Cultura y Contracultura

A propósito de un Taller de Periodismo Cultural

Ha sido difícil entrevistar a Omar Zevallos. De una parte nos resulta complicado hablar en serio, a cada instante salta la risa; de otra, nuestros puntos de vista desde que sacábamos la “Lagartija” (1991) han cambiado bastante. Somos, como él dijo al presentarme en su Taller de Periodismo Cultural realizado en el CCPNA, casi hermanos. ¿Cómo enfrentarlo? Tomé el último libro de Vargas Llosa, “La sociedad del entretenimiento”, que Omar había recomendado en sus clases, y lo emplacé.

 

P.- Ya queda poco periodismo cultural, ¿no? Ya los diarios locales y nacionales no tienen suplementos culturales, los semanarios están desapareciendo o han cerrado o restringido su sección de cultura. ¿Qué está pasando?

R.- Lo que pasa es que el periodismo en general se ha banalizado, se ha “magalizado”. Hoy las noticias más importantes son los pleitos de las vedetes y los futbolistas, el interminable asunto de Ciro y Rosario. Esas noticias triviales han ido ganado terreno a las noticias políticas y con más razón a la información cultural. ¿Por qué? Porque eso vende y el público se ha acostumbrado a esa información banal.

P.- Mira, lo que dice Vargas Llosa es más que eso: “la triste verdad es que ningún diario, revista y programa informativo de hoy puede sobrevivir –es decir, mantener un público fiel– si desobedece de manera absoluta los rasgos distintivos de la cultura predominante de la sociedad y el tiempo en el que opera”.

R.- Estoy de acuerdo con él pero no en todo. Vargas Llosa es un intelectual que se ha formado en la lectura de los clásicos de la literatura, ha oído las mejores obras de música clásica, ha visitado los museos más grandes, y ha notado con nostalgia que la gente ya no lee lo mejor. Y él cree que no está mal y estoy de acuerdo: no está mal que el público consuma la cosa ligera, y sin embargo pienso que hay que mantener la inquietud de formarse como antes se hacía. Si vamos a escuchar al Grupo 5 también hay que aprender a escuchar a Mozart. Si perdemos eso de vista vamos a perder humanidad. Vamos a depender de una computadora, y mientras más inteligente sea tu computadora más bruto vas a ser tú.

P.- En efecto, Vargas Llosa no desestima el entretenimiento, pero llama civilización del espectáculo a “un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”, y aquí dice, oye, “convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”. Donde tú dices que es tan bueno uno como el otro Vargas Llosa dice que uno es mejor o peor que el otro.

R.- Claro. Es una preocupación constante. Uno se preocupa cuando “El Comercio” atiende más a lo que está pasando en la telenovela “Al fondo hay sitio” en vez de tanta actividad cultural que existe en Lima. Esa preocupación de Vargas Llosa es absolutamente válida. Y si no nos dedicamos a recuperar el espacio perdido no sé en qué vamos a terminar. Porque la propia globalización de los medios está conduciendo a eso.

No estoy convencido de que los jóvenes entren a Google a buscar información valiosa, veo que buscan páginas para divertirse, para “pasarla bien”.

Lo que me diferencia de Vargas Llosa es que yo trato de entender lo que está pasando con las nuevas generaciones. Probablemente Vargas Llosa no tiene una cuenta de Tweeter, yo sí la tengo y la tengo no por estar a la moda sino para entender lo que está pasando con las comunicaciones ahora. Si tú no tienes una cuenta de Tweeter no es posible que hagas muchas cosas en tiempo real.

Esas nuevas herramientas que nos está dando la tecnología probablemente no sean de interés para Vargas Llosa y eso es comprensible, seguirá siendo un brillante intelectual. Yo como periodista sí las necesito, para conocerlas y volver a ganar con ellas el terreno que hemos perdido. Les dije en el Taller a los alumnos que si no hay medios tradicionales que quieran acogerlos y dejarles sacar un suplemento cultural, que ellos generen sus propios espacios. Ahora en internet puedes tener tu blog cultural, tu portal, tu radio y hasta tu canal de televisión cultural, propios. Tú eres el director y decides qué se publica; puedes poner en una cuenta de Facebook la información cultural que quieras. Tienes todos los medios a tu alcance, y no hay que apellidarse Miro Quezada para sacar tu diario en Internet.

P.- Pero Vargas Llosa no está contra la nueva tecnología. Lo que denuncia es la transformación que se ha producido en la sociedad contemporánea. Leo: “No está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización del espectáculo, a la que ha contribuido parcialmente a forjar. Esta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso también de morir del mundo que nos ha tocado, a nosotros, los afortunados ciudadanos de estos países a los que la democracia, la libertad, las ideas, los valores, los libros, el arte y la literatura de Occidente nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración”.

R.- Yo estaba haciendo diferencia entre la concepción de Vargas Llosa y la mía en cuanto a las posibilidades de la nueva tecnología.

No estoy muy de acuerdo en que si los lectores quieren trivialidades hay que darles eso. Recuerda cuando sacamos la “Lagartija” no existía un medio de esas características, lo que había eran revistas culturales solo hechas para satisfacer el ego de quienes las publicaban; no conseguían lectores. Nosotros logramos hacer una publicación cultural que la gente no conocía y no consumía, y hallamos no solo un nuevo lenguaje sino que pudimos permanecer en el tiempo, que la gente la leyera, la buscara cada semana.

Es verdad que ahora la gente se ha banalizado, pero no creo que no pueda hacerse algo semejante. Quizá sea más difícil, pero hay que intentarlo.

P.- No podríamos volver a sacar la “Lagatija”…

S.- Sí podríamos, pero tendría que ser diferente.

P.- Diferente sería otra, justamente porque los lectores arequipeños han sufrido el proceso de posmodernización de la sociedad capitalista globalizada en los últimos veinte años. Si me propusieras como en 1991 sacar un suplemento cultural no sé lo que haríamos…

R.- Probablemente sacaríamos en la Sección Torreja todos los gazapos que se comenten en las redes sociales, incluso de gentes encumbradas. No sé, tendríamos que averiguar cómo enganchar a esta nueva gente de los medios masivos…

Willard, yo hago una revista virtual, “Artefacto”, que tiene aproximadamente un millón de lectores. No creo que uno deba tirarse a morir y dejar que la banalización siga su marcha y triunfe. Creo que el ser humano tiene la capacidad de reinventarse y salir de sus problemas. Si para eso hay que usar las herramientas de la tecnología, pues hay que hacerlo, eso dije a mis alumnos.

P. Cambio de frente. Has hablado de Periodismo cultural. ¿Y qué es Cultura?

R.- No sé pues, bien difícil (risas).

Son manifestaciones que salen de una sociedad, de los individuos que forman la sociedad. El concepto tradicional de Cultura elitista estalló en mil pedazos. Porque tan igual es cultura una serie como “Al fondo hay sitio” que usa nuevos lenguajes y que aborda el tema de la discriminación racial, como es cultura una ópera. Creo que hay que replantear los conceptos y aceptar que todo es cultura pero hay una que es más elaborada, más profunda, menos ligera.

P.- Jesús Mosterín, estuvo aquí en Arequipa, ha escrito que Cultura es “la información transmitida por aprendizaje social”. Esto significa dos cosas: que lo transmitido genéticamente no es cultura sino biología, y que cultura no es el Monasterio de Santa Catalina sino el arte de construir monasterios de sillar. El Monasterio es un objeto cultural patrimonial; la técnica de bordar telas en el Colca es cultura; la manera de ordenar la ciudad de un modo civilizado es cultura. Son modos de hacer cosas que preserven la salud de la sociedad. Cultura no es “todo”.

Pero hay algo más. Según Foucault las formas culturales hoy tienden a la hegemonía. Esto significa que ciertas formas de cultura tratan de ser cada vez más amplias y dominantes; y hay otras que tratan de resistirlas. De ese modo la cultura ha sido asociada a la economía mundial. Lo curioso es que las formas posmodernas de cultura de violencia, sexo, drogas, poemas o novelas mal escritos, películas imperfectas, performances sin sentido presentadas como contracultura ahora son LA cultura, son la “onda”, lo joven, lo avanzado. Lo tradicional ahora es mal visto, cosa de viejos y de gente que “no sintoniza la estética de los jóvenes”. Qué curioso. La posmodernidad ha tomado el campo. Y acabas de decir que el pasado es más profundo, menos ligero, más rico que el presente…

R.- Sí. Es claro.

P.- Repite eso.

R.- Claro. Sin duda.

Es más importante en la medida que es mucho más elaborado. Pero hace trescientos pasaba lo mismo. Había lo clásico que era normativo y lo romántico que trataba de ganar terreno. Creo que no puedes decir lo clásico es mejor que lo romántico, hay que respetar una y otra forma y tratar de entender qué está pasando.

P.- Volvemos al “todo vale”. Creo, con Ranciere, que ha sido una estratagema de la sociedad moderna introducir la idea de que lo único que cuenta es la forma, y que la innovación de la forma justifica al contenido. Creo que hay una opción ética primero. Y es cosa del periodista cultural hacerse esa pregunta ética antes de empezar a juzgar las obras, no porque son lo último de moda sino por lo que significan para una vida social sana, justa, equitativa.

R.- Está bien. Pero te dejan de leer.

Porque además las nuevas generaciones no leen. ¿Tú crees que los jóvenes entran a internet para leer? No, van a divertirse.

Yo veo el problema desde el punto de vista práctico. Los argumentos que me das son absolutamente válidos como los de Vargas Llosa. Yo los comparto y me da pena lo que está pasando. Pero no me puedo quedar llorando y cruzarme de brazos. No, tengo que saber qué está pasando y tratar de cambiar todo a partir de eso.

P.- Mira lo que ha sucedido con el humor. Cuando sacamos la “Lagartija” introdujimos el humor en el campo cultural, éramos críticos duros y chistosos a la vez. Hoy el humor se ha convertido en cinismo. Ahora la gente puede aceptar que es malévolo destrozar la vida íntima y sabotear a las instituciones, pero lo toma con “humor”, con “correa ancha”, a lo posmoderno. No podríamos volver a los tiempos de la “Lagartija”, pareceríamos mongos. Hoy el “humor” es Edwin Sierra.

P.- Sacaríamos la “Lagartija” pero con otro tipo de humor, seríamos mucho más irónicos quizá. Siempre hay algo que intentar, Willard.

 

Deja una respuesta