
Varlam Shalamóv, autor de “Relatos de Kolimá” —“Kolimá, Kolimá, doce meses de invierno, y el resto es verano”— afirmaba que “la mejor obra es la no escrita, aquella que tras engendrarse desaparece, se esfuma sin dejar huella”.
Shalamóv nació el 18 de junio de 1907 en Vologda. Su padre era pope. En 1924 el entonces adolescente Varlam se trasladó a Moscú, donde trabajó en una fábrica un par de años hasta iniciar sus estudios universitarios de Leyes en 1926. Poco después tendría el infortunio de tropezar —de ser atropellado, en realidad— por los acontecimientos de su país, como decenas de millones de compatriotas suyos. En 1927, durante una manifestación contra Stalin, fue detenido. El 19 de enero de 1929, fue arrestado de nuevo, esta vez acusado de trotskista. Fue condenado a tres años de trabajos forzados en un gulag de los Urales por difundir el testamento político de Lenin, en oposición a la brutalidad stalinista.
En 1932, tras cumplir su condena, Varlam regresó a Moscú, donde inició una incipiente y precaria actividad literaria, publicando poemas y relatos en algunas revistas. Pero dado que nadie escapaba a las continuas purgas, en 1937, en pleno Gran Terror, tras apenas un quinquenio de libertad fue detenido y condenado a cinco años de prisión en Kolimá, en el límite oriental siberiano.
En 1943 fue condenado a diez años más, acusado de vulnerar el artículo 58 —propaganda antisoviética—.Su “delito”, en concreto, fue afirmar que Iván Bunin era un autor ruso clásico. Su castigo: una década de trabajos forzados en las minas de oro y carbón.
Todo empeoró aún más, cuando intentó fugarse. Para entonces, Shalamov, de 1,80 de altura, apenas pesaba 48 kilos. Enfermo de escorbuto, distrofia, pelagra, osteomielitis y con cuatro dedos del pie congelados, fue enviado a la enfermería del gulag en 1946. Como él mismo recrearía en su inolvidable relato “El dominó”, allí encontraría a su salvador, Andrei Mijailovich Pantújov, médico recluso —que tampoco escaparía, enfermo de tuberculosis, a un injusto y cruento final—. No sólo se ocupó de su salud, sino de su porvenir, al incorporarlo como ayudante de enfermería, oficio que aprendió.
El 13 de octubre de 1951 fue liberado y al año siguiente estableció contacto con Boris Pasternak.
En noviembre de 1953 se estableció en una aldea cercana a Moscú y tres años después fue rehabilitado.
El grueso de su obra, seis volúmenes de “Relatos de Kolimá”, los escribió entre los años 1954-73. Los primeros de ellos salieron clandestinamente del país y fueron publicados en Londres en 1978. Son relatos breves, con el estilo seco y preciso de quien está de regreso del mundo y el inframundo de los gulags, de la condición humana en situaciones límite, que impresionan por su sencillez. En “De palabra”, trata sobre el artículo 58, sinónimo de enemigo del pueblo. En gran medida son autobiográficos, como “La norma individual”, que trata sobre un joven que aprende los tres mandamientos del preso: no creas, no temas, no pidas: “Dugayev, a pesar de su juventud, comprendía toda la falsedad del dicho que afirma que la amistad se pone a prueba en la desgracia y el dolor”.
“Sherry-Brandy” está dedicado al poeta Osip Mandelstam, muerto en terribles condiciones en el gulag, en 1958. En 1964, Shalamóv escribió, en una carta a Nadejda Mandeldestam: “El campo es una escuela negativa desde el primer hasta el último día y para cualquiera (…) ¿Se puede escribir para que un mal que se ha hecho no exista para que no pueda repetirse? No lo creo, y mis relatos no servirán para nada… ¿Para qué sirven las palabras que uno no puede usar, esas palabras que dañan el alma porque son la expresión de una vida que ya no se tiene y que uno desea olvidar?” Por entonces había escrito un texto de diez páginas, “Fragmentos de mis vidas” y declaraba: “He escrito miles de poemas y en seis años apenas me han publicado versos amputados”.
Esa fue la diferencia que acabaría distanciándolo de Alexander Solzenitzin —defensor religioso de la redención a través del sufrimiento—, en 1966, con quien inició amistad epistolar en 1962.
El 17 de enero de 1982 Shalamóv, ciego y sordo, murió en un hospicio psiquiátrico de Moscú.
Fue enterrado en el cementerio moscovita de Kuntsevo, cerca de Nadejda Mandelstam.
En 1987 se publicó su obra en Rusia, que posteriormente sería adaptada a televisión y cine.
El asteroide 340856, descubierto por Nikita Chernyl en 1977, lleva el nombre de Shalámov.