Entrevista a Carlos Rivera, por Willard Díaz
La industria cultural, industria como todas, ha sido afectada por la epidemia, se han perdido muchos soles y hay proyectos venidos abajo en estos meses de paralización. Los editores, en especial, se han quedado sin nada que hacer, ya que el libro físico, que estaba empezando su retirada del escenario, ha dejado el paso a los ebooks de las grandes transnacionales. Ahora cualquiera puede poner su libro en internet, pagarle un porcentaje a Amazon y venderlo en todo el mundo.
En estas condiciones aciagas resulta interesante conversar con Carlos Rivera, entusiasta editor arequipeño, polemista y crítico literario a deshora.
¿Cuánto ha afectado la epidemia a tu labor editorial?
Ha paralizado toda la dinámica comercial y de gestión de las publicaciones en distintos espacios de presentación o en eventos que convocaban el interés por la obra, tales como auditorios, ferias y diversos escenarios que hoy están cerrados.
Las editoriales estamos trabajando ya algunas agendas institucionales para contener los riesgos y el caos económico para nuestras pequeñas empresas. Aún quedan servicios como maquetación, corrección y organización editorial.
¿Crees que esto va a pasar un día? ¿O hay cambios que van a ser definitivos?
Nunca sospechamos ni por asomo de cualquier ficción catastrofista sobre los libros, por así decirlo, bradburiana, que esto pudiera ser realidad.
Pero de una u otra manera se genera un nuevo tipo de público lector, el milenial, ansioso de las redes digitales y de unos formatos novedosos y compactos para las nuevas publicaciones.
Las tendencias del mundo editorial en otros países ya se venían acondicionando a los e-books. Pasada la cuarentena será el gran soporte de trabajo para las editoriales. Reducirá costos de producción tales como imprenta, materiales, acabados y servicios complementarios.
Deberemos adecuarnos creando espacios y herramientas tecnológicas que tienen costos onerosos, como montar una web, redes de mercadeo, etc. Y en todos los niveles de edición: cultural, educativa, recreativa y académica.
Todo este cambio será irreversible.
Tengo curiosidad por saber, ¿cuántos ejemplares hacen un best seller arequipeño?
Generalmente los tirajes oscilan entre quinientos y mil ejemplares. Algunos libros se reeditan logrando entre dos y tres mil ejemplares que es más o menos un libro que ha tenido un relativo éxito comercial. Tres mil es la cifra que podría ser un Best Seller.
¿Por ejemplo, ¿qué autor arequipeño ha vendido 2000 libros?
De mis autores ninguno, de aleteya creo que sí. Yo he alcanzado 1500, a lo mucho.
Dennis Arias Chávez tuvo casi 2000 mil ejemplares en coautoria con Julio César Huamaní, del libro “¿Cómo redactar la tesis y el artículo científico según el estilo APA?”, en 2015.
El libro del cual fui compilador “Pretextos para marcar la cancha” tuvo 1500 en el 2014 y una segunda edición en el 2018 tuvo 500 unidades más.
¿Y crees con que la conversión digital va a aumentar el número de ventas y de lectores?
Al principio deberán ser obras un tanto ligeras, no fáciles; y de pocas páginas, para enganchar a los nuevos lectores. Pequeñas novelas de 60 a 100 páginas o libros de cuentos del mismo volumen. Aun no podemos estimar cuál puede ser el número de ventas que se puede lograr: todo está sujeto a una estrategia de impacto en redes y la atención que logremos captar. Tal vez la comodidad pueda ampliar el número de lectores. Vamos a ver cómo nos adecuamos.
En materia de ebooks vamos a estar peor, supongo, por la competencia. Abierto el mercado global, va a ser más fácil conseguir libros de calidad internacional más baratos que los nuestros. ¿No crees?
De acuerdo a los costos entre un e-book y un libro en físico, son casi iguales.
Y en cuanto al libro físico, ¿por qué es más barato comprar por internet o en Arica el mismo libro que en nuestras librerías?
Por el impuesto y los costos de distribución que existen hoy en día. Y además por la demanda mayor que hay en otros países, lo cual de una manera reduce los costos de precio de cada obra.
Otra curiosidad mía, ¿qué cosa es una “editorial independiente”?, ¿independiente, de qué?
Generalmente se les llama así a editoriales que trabajan con mayor cuidado las publicaciones y obedecen a una línea de algún alcance cultural e intelectual. Son formales, pero no tienen vínculos comerciales con las grandes editoriales ni tampoco registran tirajes a escala superior a los cinco mil libros.
No es independiente de las reglas del mercado, es solo una Pyme, ¿no? Una que se autoexplota, digamos.
Desde luego que no. Somos parte de esta dinámica del mercado solo que a un nivel más pequeño y apostamos por autores por su calidad antes que por su impacto exclusivamente de venta u otros criterios.
Somos pequeñas empresas que generamos trabajos directos e indirectos.
Por el nombre “independiente” pareciera que fomenta algún tipo de literatura marginal o contestataria, pero quizás es más de lo mismo, solo que a escala provincial, ¿no?
No es tanto así. Apostamos por géneros poco comerciales, digamos, libros de poesía o libros experimentales o de vanguardia que las grandes editoriales rechazan.
¿No te parece una especie de anticentralismo centralista?, ¿un mercado regional?, ¿una cadena mercantil subsidiaria?, ¿una especie de tercerización cultural?
Las nuevas políticas culturales alrededor del libro y los marcos institucionales que mal que bien se están consolidando a través del Ministerio de Cultura y la gestión de nuevos espacios como ferias, conversatorios, puntos de venta y financiamiento de emprendimientos culturales por parte de este tipo de editoriales son factores importantes que delimitan una mejor calidad en todos los servicios que una editorial independiente provee.
Hasta hace unos años esto no se daba. Hoy tenemos un mejor diálogo a todo nivel y las editoriales han comprendido que modernizarse y gestionar mejor sus procesos es necesario en tiempos competitivos.
¿Te animas a hacer una evaluación de la literatura arequipeña última?
Hablar de la literatura arequipeña supone elaborar un riguroso esfuerzo por comprender sus procesos históricos, culturales, sociológicos, económicos y políticos. Bajo estas premisas podemos aventurarnos en alguna ruta de análisis que nos ayude a desarrollar una línea de ubicuidad y valoración de la producción literaria del siglo XXI. Estamos más cerca de su conocimiento, diremos que hemos experimentado la aparición de creadores que van mostrando algunas obras de calidad o propuestas innovadoras en cuanto a formatos, contenidos y temáticas.
Esto desde luego complementado con la aparición de editoriales regionales que han brindado los distintos servicios para que los autores sean visibilizados. Estas expresiones que dieron su fruto a partir del año 2000 hasta ahora conforman un variado repertorio desde la novela, el cuento y la poesía.
Autores de mejor experiencia y oficio han dado obras solidas como Yuri Vásquez con su primer libro de cuentos “Cortometraje”, de 2011, la novela “El nido de la tempestad” de 2013, y ahora “Los últimos dioses del opio”, 2019. Destacan por su destreza y su buen oficio creativo y despliegue impresionante de géneros para cimentar las emociones de su historia.
En esta línea de narradores se cuentan un singular temperamento narrativo con claves históricas y recursos de humor ambientadas a una Arequipa antigua del siglo XIX, como la novela de Aldo Díaz Tejada “Babilonia en América” del 2013, de la cual subrayamos la recreación histórica de una pasión amorosa incomparable, como hilo narrativo.
A un paso atrás podemos señalar los dos mejores libros de Orlando Mazeyra Guillen: “La prosperidad reclusa”, de 2011, y “Mi familia y otras miserias”, de 2013. Orlando, como ya dijimos alguna vez, practica una narrativa cruda, intimista, con claves familiares y un excelente estilo narrativo que rompe con algunos moldes establecidos.
Otras voces audaces en juventud resaltan en esta vorágine, como Gustavo Pino y su novela “Un asunto frio y vulgar”, 2019, los cuentos de Yero Chuquicaña con una prosa fresca, divertida y temáticas juveniles en sus libros. Aun es una literatura que entretiene.
Como una opción un tanto insular nos atrevemos a compartir los trabajos de Juan Carlos Nalvarte quien desde su primer y juvenil libro “El hombre de acero” demostró una prosa atrevida y con proyecciones en la consolidación de un discurso original en su obra literaria. En su nueva producción como “Un granito de mostaza y otros cuentos reaccionario” de 2019, vemos a un autor más diestro y con mayores audacias estilísticas sobre la base de la formación intelectual y académica de la que hace gala en sus escritos. Una prosa que empezó como divertimento pero que se va consolidando como una escritura ilustrada capaz de cualquier desafío.
Una autora de obligada lectura por su obra narrativa que es tan vasta como su producción en el campo de la investigación musical es Zoila Vega Salvatierra. “Cápac Cocha” representa una obra tierna y monumental a la altura de las novelas de Benito Pérez Galdós en sus portentosas historias, donde el melodrama, la historia y las pasiones se gozan a flor de piel. Zoila le agrega estructuras detectivescas y grandes disputas políticas como claves de la novela.
Hay un futuro próximo que enaltece la creación y se debe trabajar.
Libros de lectura Imprescindibles para todo arequipeño y me atrevo a decirlo, respetando opiniones y criterios más doctos, son los libros de Oswaldo Chanove. Todo lo que hace, prosa, verso o crónica, es bello y con la dosis de genialidad que solo los grandes artistas pueden alcanzar con lucidez y locura.