Por: Guillermo Samperio
El aspecto clave del cuento es que a través de movilizar un elemento emotivo o reflexivo del lector, le abre un campo más amplio de la historia de su vida. Si el cuento es realmente efectivo, le revelará un secreto propio o le permitirá la visión de un aspecto importante del mundo que había escapado a sus sensaciones, a su transcurrir cotidiano.
Debemos aceptar que el lector no vive analizando su vida, ni su entorno, y que solo en ocasiones muy especiales se lo permite. Muchos pasan la vida sin hacerlo, o solo alguna vez, trágica o muy feliz.
El cuento genera vías para ver esa vida, para detenerse en sí mismo, viendo o leyendo en los otros. Aquí hay una misión conceptual y ética del cuento. Además, si está bien elaborada en sus recursos formales, la pieza breve narrativa produce en el lector un placer estético especial.
Si hay esta doble combinación, es decir, si el cuento le revela al lector un aspecto fundamental del universo o lo hace conmoviéndolo en sus percepciones eróticas, la misión ha quedado completa. Así, el cuento es un relato breve que remueve a profundidad el espíritu del lector, dejándole una marca indeleble y perdurable en su existencia.