Reseña de Menores infractores, por Pamela Cáceres Sumire
“Infractores” así les llama a los niños que han desobedecido a la ley, los que han perdido la libertad, estos seres son toda una pregunta que hasta ahora no sabemos contestar, si el rigor o la compasión ¿qué se puede hacer con ellos? Los medios están llenos de narrativas conmovedoras sobre chicos que pasaron por la correccional: Pixote, la ley del más débil, Gregorio, Juliana, Los cuatrocientos golpes. Historias que de paso nos hablan de los pobres, aquellos que exponen al desamparo a esa prole que nos hace sentir indecisos.
¿Quiénes son estos muchachos? “Menores infractores” (2020, Cascahuesos), nos da algunas pistas que se alejan de la mirada común, y es por eso un texto valioso. Ocho habitantes del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación Alfonso Ugarte de Arequipa hablan sobre lo que desean; los investigadores se alejan del cliché, no van en busca de las historias morbosas, los dejan ser libres, por lo menos en las palabras. Los muchachos cuentan anécdotas de su infancia que ofrecen al lector voces infantiles fluidas y entretenidas que en su mayoría dan testimonio de sus tiempos felices, de sus primeros amores, del cariño maternal o paternal, la playa, los soldaditos de juguete, el fútbol.
Si al terminar la lectura de los testimonios uno experimenta conmoción es porque descubre que estos infractores al final de cuentas habían sido niños y que los escritos que uno tiene en mano podrían haber nacido de cualquier jovencito de bien, porque la disposición infantil para la felicidad es una cualidad que por fortuna ha superado las barreras de la desigualdad.
Uno puede encontrar en el texto varias utilidades, si se quiere ser escritor, se tiene un ejemplo de la voz y de la manera de hablar de los retoños. En el campo de Ciencias Sociales, profesionales y académicos hallarán el ímpetu para hacer preguntas que deberían ser contestadas en nuevas investigaciones. El libro tiene una introducción que presenta estadísticas actuales sobre el estado de los niños en centros de rehabilitación, los delitos recurrentes y algo que personalmente me llama la atención, del cien por ciento de infractores peruanos solo 4.4 % son mujeres, la pregunta cae sola ¿por qué?, ¿qué viene haciendo la sociedad peruana para suscitar el delito masculino desde tan temprana edad?
Luego de los testimonios se hace un análisis de contenido que trata de profundizar en algunas categorías y cuyos hallazgos llaman la atención porque de los ocho niños no todos comparten las penosas características que se esperarían de menores infractores, no todos provienen de familias disfuncionales, en la muestra la mayoría de muchachos habla de familias nucleares y extensas donde participan además del padre y la madre, los abuelos y los tíos. De los entrevistados no todos muestran graves situaciones de pobreza, en algunos casos los padres son dueños de restaurantes o de talleres de mecánica, y las familias pueden viajar por vacaciones. De estos niños, no todos hablan de ser malos estudiantes en el colegio. Sí se encuentran algunos factores de riesgo más o menos comunes, estos son la violencia, el consumo de alcohol, y el consumo de videojuegos sin supervisión adulta ¿Cuál podría ser entonces el perfil de un infractor?
Deseamos que pueda continuar con sus hallazgos este equipo interdisciplinario de osados investigadores: Carmen Patricia Quispe Puma, socióloga y bachiller en Literatura y Lingüística, de quien conocemos personalmente su tenacidad para realizar entrevistas en estudios cualitativos (parece que en la actualidad realiza un análisis del discurso de presos por feminicidio), los docentes universitarios Alison Serruto y Víctor Alfonso Rivera, y el antropólogo Alexis Vizcarra.
Los tres autores han abierto una puerta no solo en el tema de la infancia sino han demostrado que en provincia quizá el mejor tipo de investigación para desarrollar es el análisis de testimonios, porque a pesar de las carencias de tiempo, dinero y espacios de reflexión académica, la mayoría de profesionales en ciencias sociales cuenta con la gran oportunidad de convivir diariamente con los protagonistas, requisito indispensable para el trabajo de campo cualitativo.
Algunos detalles en la edición del libro deberían mejorar. También las interpretaciones de los testimonios serías más agudas si los investigadores no trataran de alinearse con las categorías clásicas que se vienen aplicando a esta población; quizá incluir algunas categorías para estudiar los valores de la vida posmoderna, el individualismo, la ansiedad por el goce, podrían ayudar para hallar el perfil o los perfiles de esta población.