Por: Willard Díaz
UNO
Claude-Achile Debussy falleció en París el 25 de marzo de 1918, a los 55 años, por cáncer al colon. En su corta vida produjo una bellísima obra que además se considera el punto de inicio de lo que hoy llamamos Música Contemporánea, para diferenciarla de la clásica y la romántica. Fue el primero que, tras doce años de Conservatorio, luchó por romper el canon musical establecido por un sacrosanto respeto a la tonalidad y a las formas clásicas.
Nacido en el seno de una familia borgoñesa pobre, Aquiles lucho toda su vida para separarse de ese pasado. De hecho, en cuanto obtuvo libertad económica, a los veinticinco años, dejó ese nombre y adoptó el segundo, Claudio, con el que lo reconocemos. Su padre, Manuel-Aquiles, un empleado, apellidaba en realidad de Bussy.
Viajo por toda Europa trabajando como profesor de música de una familia rusa, tuvo así ocasión de conocer la obra de los compositores más importantes y se aficionó a los gustos y a las maneras aristocráticos. Se casó un par de veces y dedicó una de sus últimas obras a su menor hija, a la que llamaba cariñosamente Chou-Chou.
DOS
(Parte de un cuestionario en inglés respondido por Debussy en 1903)
Su virtud favorita: El orgullo.
Su cualidad preferida en un hombre: La fuerza de voluntad.
Su cualidad preferida en una mujer: El encanto.
Su idea de felicidad: El amor.
Su idea de miseria: Ser muy ardiente.
Si no fuera usted, quién le gustaría ser: Un marinero.
Sus prosistas favoritos: Flaubert y Edgar Poe.
Sus poetas favoritos: Baudelaire.
Sus pintores y compositores favoritos: Boticelli, Gustave Moreau, Palestina, Bach, Wagner.
Su héroe de ficción favorito: Hamlet.
Su heroína de ficción favorita: Rosalind.
Su comida y bebida favorita: La comida rusa, el café.
Lo que más le desagrada: Los diletantes y las mujeres demasiado bellas.
Qué personaje histórico le disgusta más: Herodes.
Qué falta perdonaría: Los errores de armonía.
Su lema favorito: Siempre más arriba.
TRES
“Debussy, uno de los últimos románticos y a la vez el primero de los modernos, es efectivamente quien rompe con el pasado en la medida en que las circunstancias permiten, y vista la cuestión desde el ángulo de la crisis total de la tonalidad clásica. (…) Con Debussy enfrentamos el caso de un músico compositor extraordinariamente dotado y personal, que no solamente abolió los conceptos tradicionales que ilustraban en la teoría y en la práctica acerca de armonía y forma, sino que logró obtener, mediante una síntesis eficaz de los recursos que puso en circulación, una sustitución feliz de aquellos elementos tradicionales. Nadie quizás como Debussy ha sido considerado como alabado ejemplo de libertad ilimitada: libertad armónica, libertad formal, de desarrollo conceptual, etc. Se da por obvia esta libertad rayana en lo absoluto, aunque sin ofrecernos para su comprensión otra cosa que un supuesto panorama anárquico sin principio ni fin, en que se mueve como al azar la temática inusitada de Debussy, que al parecer semejaría más un sonambulismo musical que la creación profundamente consciente que en realidad constituye.
El hecho de suponer que la libertad, en arte, consiste en hacer lo que el mero capricho indica, es un lugar común que ni siquiera merece ser comentado; pero precisamente por ser demasiado generalizado es necesario combatirlo. Hay que partir de la base de que la libertad creadora no es concebible sino como el abandono de una disciplina que ya carece de ascendiente para representar o para contener alguna eficacia, sustituyéndola por una nueva estructura capaz de ofrecer una base de seguridad que se encuentra, por lo general, en el equilibrio entre el nuevo aporte y los medios puestos en juego para hacerlo viable; al menos si se desea un margen de seguridad”.
(Juan Carlos Paz, “Introducción a la música de nuestro tiempo”)
CUATRO
Boyd Pomeroy (“Debussy’s tonality: a formal perspective”, 2003) considera que el proceso de la creación de Debussy pasa por tres etapas. En el primer período (Aprox. 1880 a 1892) se consolidan los elementos formativos de su lenguaje tonal, esto es la tonalidad cromática de finales del Romanticismo, en especial el wagneriano, junto a una marcada inclinación por las aventuras armónicas y tonales que hallamos en los “Cinco poemas de Baudelaire” y en “Fiestas galantes”. A Debussy le gusta juntar regiones cromáticas lejanas con sonidos exóticos y algunas colecciones de alturas no diatónicas.
En el segundo período (1883 a 1912), el principal, Debussy compone su famoso “Preludio para la siesta de un fauno” sobre un texto de Mallarmé, el libro 2 de los “Preludios”, y las “Imágenes” para orquesta. Es notorio aquí un esfuerzo por integrar mejor sus series simétricas de sonidos, al interior del lenguaje tonal. Su uso genial del color armónico exótico produjo las obras más vanguardistas.
En el período final (1913 a 1917), con los “Estudios”, las sonatas de cámara y el ballet “Juegos” parece volver a la simplicidad neoclásica en el conjunto, al mismo tiempo que suprime la continuidad de la sintaxis armónica.
Solo un paso más allá están la politonalidad, el serialismo y la música contemporánea toda.
CINCO
Algunas citas tomadas de sus cartas.
Sobre el carácter de su música:
“La música está hecha para lo inexpresable; me gusta que emerja de las sombras y a veces regrese a ellas, que nunca sea un obstáculo”.
Sobre sus libretistas preferidos:
“Aquel que, dejando algunas cosas a medio decir, me permita introducir mis sueños dentro de los suyos; aquel que crea personajes que no vienen de un tiempo o un lugar en particular; aquel que no me obliga tiránicamente a componer una gran escena “para producir un efecto” y que me deja libre, aquí y allá, para que mi arte prevalezca sobre el suyo, y que complete su obra”.
SEIS
Crecí sabiendo que la música de Debussy era Impresionista. Ahora, a la luz de los últimos estudios, es más bien considerada como Simbolista. No solo su influencia literaria más notable han sido Verlaine, Baudelaire, Rimbaud, Poe y Mallarmé, el propio Debussy repudiaba la etiqueta de Impresionista que le puso un crítico. Pero, lo más importante es la notoria sinestesia que buscó entre sonidos exóticos e imágenes simbólicas, para expresar inéditos mundos míticos, imaginarios, sensibles.
Debo reconocer, no obstante, que mis obras preferidas son las más populares: los Estudios para piano, los tres libros de Preludios, “Syrinx”, la “Suite bergamasque”, “Pour le piano”, las Estampas, la maravillosa obra sinfónica “El mar” y el cariñoso “Children´s Corner”. Que espero me acompañen hasta el final.