Semblanza de Heitor Villa Lobos, por Gissela Llica
Por Gissela Marivel Llica Yaguno
Heitor Villa Lobos posee una obra genial de corte latinoamericanista que con el pasar del tiempo nos deslumbra aún. Su vida rodeada de música desde sus inicios nos da a conocer un modo compositivo natural e instintivo, propio de su personalidad.
Hijo de Raúl Villa Lobos, quien fue director de la Biblioteca del Senado y se dedicaba además a la música como afición tocando el violoncello, y de doña Noemia Monteiro. El padre le estimuló el gusto musical enseñándole a tocar guitarra, violoncello y clarinete. Su casa era frecuentemente visitada por músicos, lo cual hizo que el gusto y la curiosidad por la música crecieran día a día; además acompañaba a su padre a ensayos, conciertos y óperas. De forma autodidacta y a muy temprana edad comenzó a componer piezas para guitarra basadas en repertorio de obras infantiles.
A la edad de 12 años perdió a su padre, su madre enfrentó dificultades económicas para poder mantener a sus ocho hijos. Más adelante Heitor fue a vivir con su tía Zizinha, junto a ella escuchó preludios y fugas de Bach; a los 16 años se fue a vivir a la casa de su tía Fifinha donde adquirió libertad para frecuentar a los choroes, un grupo de músicos que reunía a figuras representativas de la música de la época incluyendo a Joao Pernambuco, entre otros.
Entre 1905 y 1912 Villa Lobos realizó numerosos viajes por Brasil con la finalidad de recoger sus costumbres, cantos y danzas, lo que fue de suma importancia para sus composiciones. Posteriormente el compositor enfrentó crisis financieras que lo obligaron a tocar en salas de espera de los cines y a vender los derechos de autor de algunas de sus obras.
A los 36 años viajó a Paris financiado por el gobierno y luego en 1927 volvió a Europa financiado por el millonario Carlos Guínle. En estos viajes dirigió importantes orquestas por todo el continente europeo.
Villa Lobos se casó dos veces, primero con la pianista Lucília Guimaraes y luego con Arminda Neves d’Almeida, su ex alumna y colaboradora.
Las raíces y la expresión
Heitor Villa- Lobos fue el principal responsable por el descubrimiento de un lenguaje peculiarmente brasilero en música de arte y el más grande exponente musical del modernismo brasilero.
El folclore musical será la base de una inmensa creación artística que, por toda una vida, ni siquiera las enfermedades han interrumpido, resultando en una exuberante floresta tropical de obras, maravillosa, imbricada, extasiante. “El folclore fue una base filtrada y revigorada por el temperamento de una personalidad vigorosa, de fuerza volcánica”, en la expresión de Carpeaux.
Además de funcionar como un eficiente método de musicalización infantil en escala, el programa de enseñanza del canto coral implantado oficialmente por Villa-Lobos funcionaba como un mecanismo inteligente de transmisión de la doctrina política y estética oficial del Estado Nuevo. Villa-Lobos definía el canto coral como un “factor poderoso en el despertar de los sentimientos humanos, no solamente los de orden estética, sino los de orden moral, sobre todo los de naturaleza cívica. Influye junto a los educandos en el sentido de señalarles, espontánea y voluntaria, la noción de disciplina, no más impuesta bajo la rigidez de una autoridad externa, pero nuevamente aceptada, entendida y deseada. Les da la comprensión de la solidaridad entre los hombres de la importancia de la cooperación, de la anulación de las vanidades individuales y los propósitos exclusivistas…”
(Carlos Russo Jr., Diálogos del Sur)
Su obra
En sus primeras composiciones mostró influencia de estilos europeos como de Wagner, Puccini, César Frank, luego cambia, iniciando su lenguaje propio en composiciones como las “Danzas Africanas”, “Amazonas” y “Uirapuru”
Hacia 1920 pasó por su segunda fase musical con composiciones especialmente para piano, encontramos: “Cirandas” y “Lenda do Cabodo”; en cuanto a sus experiencias con el folclore brasilero se manifestaron en “O Guia Prático”, que consistió en una colección de canciones destinadas a la educación musical escolar.
Viajó a Europa en 1924 y 1927, retornó al Brasil en 1930, en este tiempo su estilo adoptó la influencia de Debussy y Stravinsky, además consideró con mucho interés el estudio de Bach.
Fue el impulsor del proyecto de enseñanza del Canto Coral y Pedagogía de la Música, con el apoyo del presidente Getúlio Vargas. Por medio de este programa se despertaron los sentimientos humanos de carácter moral y de naturaleza cívica, se inculcó la disciplina, comprensión, cooperación y solidaridad.
Su gran espíritu por fomentar la educación musical en su país hizo que fundara en 1945 la Academia Brasilera de Música de la cual fue el primer presidente.
Tres comentarios
En una entrevista, en Nueva York, Villa-Lobos fue cuestionado sobre el uso de melodías indígenas en su música. Su respuesta fue afirmativa, pero que eran melodías tan antiguas que los indios actuales no las conocían. Luego le preguntaron: “Si las melodías han sido olvidadas por los indios de hoy, ¿cómo usted logró entrar en contacto con ellas? Villa-Lobos, rápido: “Por los papagayos. Los papagayos brasileros escucharon esas melodías hace muchos años y no las olvidaron. Ellos viven hasta una edad muy avanzada. Oí los papagayos y anoté las melodías”. Sacada típica del carácter y temperamento del compositor, un burlón emérito.
Al final de su vida Villa Lobos habría comentado: “¡Es triste morir, tener unos días de vida y siglos de música en la cabeza! ¿Sabes que tengo siglos de música en la cabeza? Ciertamente, nadie lo dudará”.