El gran Francisco Zappata

Por Willard Díaz

UNO
Fuimos a casa de Oswaldo Chanove. Había llegado un grupo de amigos de Lima y se trataba de pasar con ellos un buen momento bebiendo, conversando y oyendo música. Alguien sugirió que cada uno llevara el disco o casete que le gustara más junto a la respectiva botella del espirituoso licor de su agrado.
A la hora indicada nos apretujamos en la pequeña sala de música de Chanove casi todos los integrantes de la por entonces célebre Banda de la Existencia Más Fuerte; recuerdo a Alonso Ruiz Rosas, Mauricio Maldonado, Dino Jurado, Misael Ramos, Eleana Llosa, Oscar Malca, Sergio Carrasco, entre otros y otras.
La fiesta empezó con clásicos tipo Morrisey y Miles Davis. Cada cierto tiempo alguien levantaba el índice y llamaba la atención sobre este acorde o aquel increíble ritmo de la batería. Conforme las copas surtían su efecto la competencia se hizo más reñida y exquisita. Los parlantes lanzaban al aire exóticas notas al estilo Anderson, Hagen y compañía, que se mezclaban con la conversación y el chocar de las copas.
A mi turno me acerqué al equipo, extraje del bolsillo mi casete y lo eché a andar. Era “Bongo Fury”, de Mr. Z.
Todos quedaron de pronto callados.
Oswaldo amistosamente trataba de seguir el ritmo de la canción, el resto se miraba entre sí de reojo.
Hasta que alguien dijo:
—Saquen esa huevada de ahí. ¡Pongan los Iracundos!
El resto de la noche cantamos en tonos cada vez más altos viejas baladas de Django, Los Ángeles Negros y Litto Nevvia. Y todos fuimos felices.

DOS
“Empezó en los 60,  satirizando a la autocompasión e ingenuidad de los hippies, y al mismo tiempo a la estupidez de la gente que los idolatraba. Veinte años después estaba lidiando con el Senado norteamericano, luchando por la libertad de expresión y por el sentido común, en medio de gente a la que usualmente esos temas espantan.
Era además un endemoniado guitarrista, un solista interminablemente imaginativo que podía domar intrincados polirritmos, quemar la basura, y extraer una alucinante inspiración de las seis cuerdas, todo dentro de una sola frase, y hacer que encima suene natural. Y era un maniático exigente como líder, el tipo de aquellos que contratan a alguien y luego lo presionan para que toque incluso mejor de lo que sabe.
Y un compositor. No sólo un escritor de canciones sino un compositor. Fue más conocido por sus duras sátiras sociales. Sus fans, que sabían todas sus canciones, no entendían a veces qué hacía aquel tipo encerrado en su pequeña habitación llenando hojas y hojas de pentagramas con puntos y líneas. Un asunto serio, influido por Edgar Varese y la música clásica. No estaba destinado a los Top Ten. No fue sólo un músico sagaz e inteligente arreglista, fue rudamente brillante, un torbellino interminable de ideas intrincadas giraba alrededor de su cerebro.
Finalmente, era un empresario. Él y su esposa Gail hicieron todo el trabajo, fue una industria familar, con inversiones, contabilidad, impuestos y toda la parafernalia que los artistas tradicionalmente aborrecen.” (Del Editor, en Guitar Player, edición especial dedicada a Zappa)

TRES
La música de Zappa es indescriptible, imprevisible e intrincada. Don Francisco Z tenía una pasmosa habilidad para concertar el caos con el humor y bruñirlos con una armonía perfecta. Pero sus composiciones no se basan como casi todas en los principios clásicos de la composición, sino en Schoemberg, Stravinsky, Charles Ives y Piere Boulez. Para alguien acostumbrado como la mayoría de rockeros al ritmo bailable y los acordes básicos, incluso si electrificados con los efectos más heavy, las composiciones de Zappa resultarán chocantes.
Parte del éxito de Franchesco se debe, según me parece, a la perfección de los arreglos: cada sonido adicional, cada pequeño son o glissando o efecto de percusión ingresa en el lugar exacto y a la velocidad justa. Especie de Mozart en tiempos del rock, en Zappa siempre hay muchas notas pero siempre son las precisas.
Otra buena parte de su renombre es debida sin duda al furor de su numen musical. Y, finalmente, otra, al valeroso don de inventarse una contracultura descarada y llevarla a los extremos.

CUATRO
“No podría decir de dónde salió / Pero acabe conociendo a una dama llamada Dina-Moe Humm. / Ella vagaba por allí, dijo, mírame baboso / pongo un billete de 50 a que no puedes hacerme gozar. / Apostó con su hermana que es un poco estúpida / Que podía probarle en cualquier instante que todos los hombres eran basura / No me importó que me llamara baboso / Pero sí sabía que podía hacerla venirse // Le quité los trapos y levanté mi pulgar / y le apliqué la rotación sobre el dulce ciruelo // Empujé y froté hasta que me dolió la muñeca / Pero todavía no oía nada de Dinah-Moe Humm // De dónde salió esta Dinah-Moe Humm / Me pasé tres horas y no saqué una pizca / De Dinah-Me Humm // (Tengo un punto que me pone caliente / Pero no lo vas a encontrar / Porque no puedo llegar allí / Si no sales de ahí …) // Ella me miró con ojos aterciopelados / y cierta sudoración bovina sobre el labio / y dijo / Hazme doler nomás / No estás ni por la mitad / Porque si mi alma se parte en dos, eso a mi cuerpo no le importa… (De Dinah-Moe Humm, en Overnite Sensations)

CINCO
Un día tenía que salir de gira con su banda. Gail, su esposa, estaba por alumbrar; le preguntó a Zappa:
-¿Y qué hago si ya me toca? ¿Qué nombre quieres que le ponga?
Frank respondió:
-Si es hombre “Cabeza de Motor”, si es mujer “Unidad Lunar”.
Fue mujer, se llama Unit Moon Zappa y a veces se la ve en papeles secundarios en cintas de Hollywood.

SEIS
Hay unos cien longplays de Zappa que ahora circulan en versión digital. Su grupo se llamó al comienzo Las Madres de la Invención, por él pasaron los instrumentistas más virtuosos del rock norteamericano y luego hicieron estupendas carreras independientes.
De los 50 en adelante Zappa lo hizo todo solo, con unos sintetizadores y en su propio estudio de grabación.
Murió a los 53 años.