Perro, gato, pericote y mono

Por Pamela Cáceres

 Patricia Chirinos ha usado esta frase cuando explicó ante periodistas sus conspiraciones para controlar el poder desde la Fiscalía y el Congreso. Sostiene teatralmente que aquí no pasa nada, que es de sentido común que un político converse con fuerzas diferentes: “perro, gato, pericote y mono”.  Esta acumulación, figura retórica, suele usarse para defender valores sociales de moda: diversidad, apertura, buena disposición para asumir las diferencias, comunicación asertiva y un largo etc.

Su truco consiste en presentar juntos a más de un elemento con identidades diferentes: acumularlos. Lo que se logra es poner bajo el control de un paradigma de significación las cualidades distintivas de cada elemento.

En apariencia se destaca las diferencias, pero en realidad se las debilita porque aparecen en un mismo escenario bajo un orden que justamente no es el suyo. A lo San Martín de Porres, el santo peruano; el santo que junta alrededor de un mismo plato de comida al perro, al gato y al pericote sin que se devoren unos a otros. Nótese que estos tres seres están controlados por el santo que escoba en mano los reúne alrededor de un plato para que abandonen sus diferencias y coman. Esta parece ser nuestra cristiana y peruana alegoría de la paz social a la criolla: el momento en que los individuos anulan sus identidades políticas y, por tanto, colectivas, por satisfacer una necesidad.

Esta acumulación no es coincidencia, Chirinos pudo usar otras figuras, la antítesis, por ejemplo, afirmar que ella se reúne con la izquierda o con la derecha, con el fujimorismo y el bloque magisterial, pero esto anulaba su ideal de control, y ella quiere ser la santa de la escoba. Así pues las acumulaciones y su ánimo dialogante, su voceada apertura esconden quizá el perverso deseo de poder, de doblegar las diferencias, de anular los compromisos y dominarlo todo.