Por Ana Quintanilla
La muestra “Wiphalas por la memoria” es un destacable trabajo de equipo bajo la dirección de Alejandra Ballón con ayuda de profesionales peruanos en fotografía, diseño, producción y más.
El proyecto se desarrolló con el apoyo de la fundación Ford y fue exhibido como parte de las actividades del Hay Festival Arequipa 2023.
Tuvo una muestra corta pero importante. Corta porque solo estuvo los cuatro días del festival en la Biblioteca Personal Mario Vargas Llosa. El espacio usado por la muestra fue el patio y un pequeño salón con fotografías y los documentales exhibidos. Las casonas arequipeñas refaccionadas puede ser un atractivo turístico, pero no son aptas para este tipo de muestras. Resultan simbólicamente contraproducentes. Esta muestra, por sus características sociales y humanistas debió quedarse más tiempo expuesta, y merece un espacio amplio y acondicionado especialmente para su correcta exposición.
Alejandra Ballón Gutiérrez trabajó en colaboración con las Asociaciones de Familiares de víctimas, mártires y sobrevivientes de Apurímac, Ayacucho y Puno, sobrevivientes del último conflicto social en Perú.
El proyecto nace a raíz de la violenta represión política del gobierno de Dina Boluarte. Recordemos siempre que entre el 07 de diciembre de 2022 y el 23 de enero de 2023, miles de personas se movilizaron en todo el país para ejercer su derecho a la protesta. Según la investigación de “Wiphalas por la memoria”, se registraron 477 manifestaciones en el país y según la Defensoría del Pueblo 67 personas perdieron la vida: 49 fueron civiles en enfrentamientos, 11 civiles por accidentes de tránsito y hechos vinculados al bloqueo y 07 miembros de las fuerzas del orden. Un total de 1956 personas fueron heridas: Civiles 9552, Policías: 9753 y Militares: 26.
La muestra del Hay estaba dividida en tres partes visuales, primera fue el registro del testimonio documental de las víctimas, que constó de tres entrevistas cortas. También pudimos observar fotografías del registro, y como pieza central, las wiphalas colgadas en el patio de la biblioteca Mario Vargas Llosa,
La wiphala es un símbolo usado, según historiadores, por los pueblos andinos. Es conocida especialmente en Bolivia, Perú, Colombia, Argentina, Chile, Ecuador y Paraguay. En Perú es símbolo de los pueblos originarios quechuas, aymaras, uros y mestizos en la región Puno.
Para la toma de los testimonios se dio prioridad a las familias de menores de edad y jóvenes fallecidos, pero también de los heridos de gravedad. En el caso de los fallecidos, se trabajó desde los recuerdos de los familiares y en el caso de los heridos se trabajó desde su propia experiencia. Estos recuerdos se transforman en palabras e imágenes que serán símbolos bordados al reverso de las wiphalas, dejando en ellas una especie de cicatriz.
La investigadora Alejandra Ballón cuenta que como parte de la metodología aplicada para la muestra se desarrollaron 3 trabajos de campo con talleres en los que cada familiar o herido reflexiono en torno a tres preguntas: En el caso de las víctimas: ¿Cómo recuerdan al joven fallecido? ¿Qué recuerdan del momento de la tragedia? ¿Qué significan o simbolizan históricamente los hechos?
En el caso de los heridos: ¿Cómo recuerdas tu vida y personalidad antes del episodio de violencia? ¿Cómo recuerdas el momento de la tragedia? ¿Qué significa o simboliza históricamente tu sobrevivencia?
A cada pregunta le corresponde un color y una palabra o frase en quechua o español, y posteriormente fueron bordarlas en los colores escogidos que relacionaron en esos momentos. Así, la respuesta a la primera pregunta se ubicará en el primer cuadrante, la segunda respuesta en el segundo cuadrante y demás. Al finalizar las dinámicas se hicieron entrevistas para comprender las motivaciones detrás de cada palabra y color.
Es interesante ver como el proyecto une a las familias con símbolos andinos a través del bordado, que es un arte milenario, delicado y que reconecta con nuestro pasado pero también con el presente y con el futuro y que nos acerca a vivir el dolor del rompimiento del núcleo, de la familia y de la comunidad.
La cicatriz que forma el bordado en la cara de la wiphala es el símbolo de que estas pérdidas civiles son resultado de la violencia entre ciudadanos, es un recordatorio del dolor en nuestra historia. En los archivos de la investigación se da cuenta que “un total de 105 familiares, amigas/amigos y vecinos/vecinas participaron de este proyecto, en honor a 25 mártires víctimas y sobrevivientes. Veinte de ellos menores de 22 años y que en la mayoría de casos no eran parte de la protesta”.
No es la primera vez que vivimos pérdidas a causa de los conflictos internos, estamos atravesando por una época de corrupción política antidemocrática, donde el gobierno actual tiene sobre la mira a cuanto aquel que se atreva a hablar sobre el informe de la CIDH. La muestra es la representación del proceso de sanación por la pérdida y el dolor de tantas familias que solo están en búsqueda de justica, reparación, verdad y por la memoria de sus seres queridos, garantías de que esto no volverá a repetirse. Por ese mismo motivo debería ser una exposición permanente.
(Maestría de Artes, UNSA).