Dar una escena

Por Doris Guillén

(Doris Guillén, actriz, directora de teatro, narradora, promotora cultural, estudió Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín, Gestión Cultural en La Rioja, España, y de allí en adelante se forjó sola hasta alcanzar altos niveles de profesionalismo en su carrera. Hace un par de semanas volvió a la UNSA para conversar con los estudiantes sobre su pasión, el teatro. Aquí algunas de las sustanciales ideas que transmitió a los presentes a partir de la realización de su última obra, “Medea”).

 

En el teatro convencional tenemos tres llamadas. La primera llamada significa que los actores nos tenemos que preparar, tenemos unos minutos antes de ir a escena. La segunda llamada está más cerca de la función, quiere decir que ya todo el mundo está en su lugar, se ajustan los últimos detalles. Cuando ustedes escuchan “Tercera llamada” es porque está a punto de comenzar la función. Los actores estamos exactamente donde debemos estar.

De pronto se apagan las luces, empieza una música dramática que va creciendo, se abre el telón, vemos un escenario en azules, parece un sitio del que se está mudando alguien porque los muebles están cubiertos, una mesa enfundada en plástico. Termina la música y aparece un personaje en escena, una mujer que parece que no ha dormido bien, en bata, camina, se dirige a las mujeres del teatro y dice más o menos esto: “Mujeres de esta ciudad, ya estoy aquí. No me juzguen por favor, es verdad que no tengo ganas de vivir y tampoco me alcance el aliento para clamar justicia. Él es un arribista, ella es una puta y los calienta su amor bajo el sol protector del reino. ¿Es insensato pedir justicia?”. Estos son versos de “Medea”,

Lo que los actores hacemos es interpretar lo que crean los dramaturgos. En un hecho teatral hay varios procesos creativos. El del dramaturgo, que escribe la historia: Eurípides, que escribió “Medea” hace dos mil quinientos años y sin embargo, muchos de los que vieron la presentación se sentían tocados, porque hablamos de una mujer que ha sido traicionada por el hombre que amaba y está tratando de buscar justicia, que toma por ello decisiones quizás muy cuestionables.

Cuando ves a esta mujer en escena el reto es que el público pueda imaginar, o conmoverse con el dolor terrible que ella siente porque no encuentra justicia en ningún sitio.

Cuando buscamos estudios sobre “Medea” encontramos un texto de una autora filóloga española que decía que era sobre una mujer que defendía su honor. A los hombres siempre se les ha permitido defender su honor y estaba bien visto, pero en la mujer no.

Esto que les estoy contando requiere de un montón de personas. Conmigo había siete personas esperando el momento de salir. Cuando tomas un texto teatral trabajas un buen tiempo, tres o cuatro meses, lo estudias, analizas, ensayas, ves qué relación tiene tu personaje con los otros. Es un proceso creativo, la obra va creciendo. El director o directora lleva el timón, crean la puesta en escena. Por eso todos los Romeos y Julietas son distintos. Cada director lleva una idea, dice mi montaje va a ser minimalista, o de época, y para eso busca sus artistas. En “Medea” hemos tenido una pintora que se encargó de la escenografía, y con el director han hecho el diseño de vestuario. Para hacerlo escogen una tableta de colores y ver cuál va con la obra. Nuestro director usó colores fríos, el plástico, para dar la idea que la vida familiar de esta mujer su había acabado. Como cuando alguien deja su casa y cubre todo de plástico.

Cuento todo esto para que vean que el hecho teatral es tan rico, con tantos procesos creativos trabajando juntos. El escenógrafo, el diseñador, el iluminador. Las luces le dan a tu obra, aunque sea pequeña, aquello que se llama Atmósfera. Una luz en medio de un silencio es una perla, un regalo. Quizás de una lámpara de esas antiguas. Detrás de todos esos detalles hay alguien que lo está pensando. Es maravilloso cuando nos juntamos y hacemos la primera lectura.

No siempre tenemos al dramaturgo, no está Shakespeare ni Eurípides, pero es muy estimulante sentarse ente todos y pensar qué nos está diciendo el texto, cuál es el reto que nos da como intérpretes, a actores, director y equipo de producción (que es el que hace que la obra tenga todo lo que se necesita en el escenario).

Quiero que adviertan que un hecho teatral es una cadena de eslabones, una estructura compleja que pretende tocar, mover al público. Es maravilloso cuando el espectador sale a conversar sobre lo que ha visto, cuando lo haces pensar. Hay veces que termina la obra y hay un silencio. Piensas qué mal lo he hecho. Pero de pronto el público empieza a aplaudir, y te das cuenta que ha necesitado unos minutitos para reaccionar, para volver. Te das cuenta entonces que acabas de darle una escena.