La anécdota de las cartas

Conversación con Zoila Vega, por Gianella Mansilla y Ana Paula Vera Arévalo

En “Capac Cocha” la autora Arequipeña Zoila Vega recrea un universo ficcional que enlaza el pasado colonial con la contemporaneidad, el ritual ancestral incaico de sacrificio se convierte en una metáfora de las violencias simbólicas que atraviesan la historia femenina.

Zoila Vega reflexionó con nosotras sobre la naturaleza del mundo ficcional en sus textos. Aquí ofrecemos la primera parte de esa entrevista.

 

G.M: ¿Cómo concibe usted la relación entre el mundo que construye en su obra “Capac Cocha” y la realidad concreta de Arequipa?

Z.V: La realidad concreta de Arequipa existe en mi cabeza a través de la investigación histórica que hice para darle verosimilitud a ambos lados de la historia, ya que en esa novela hay una doble narración separada por dos siglos. Para esa década yo era más osada, por lo que busque ambientar de manera verídica cada siglo. A lo mejor no me intereso vincularlo con una realidad física salvo por algunos detalles como los constantes temblores y el sillar característico de la ciudad.

De igual forma encarne cierto espíritu arequipeño en la personalidad del Dr. Alcántara que a veces es demasiado pesado, buscabulla.

P.V: ¿Qué elementos de la ciudad, su cultura o su imaginario social se filtran de manera consciente o inconsciente en su escritura?

Z.V: Escribo esta novela luego del terremoto del 2001, en el cual se derrumbaron las torres de la catedral y los arequipeños reconstruyeron en un año esas torres. Demoraron más en reconstruir el hospital que las torres, eso me dejó pensando sobre la centralidad de la catedral no solo como símbolo religioso sino como encarnación de la memoria colectiva, de algo que nos pertenece a todos y también nos simboliza.

Por otro lado, quise darle una dinámica diferente a esa Arequipa conservadora revelando el espacio que tuvieron las disidencias intelectuales en la historia arequipeña. Finalmente, las figuras femeninas creadas a partir de todos los recursos que utilizan las mujeres cuando se les impide hablar, esa mudez impuesta a la mujer se vuelve un arma utilizada de manera muy sutil. Así, Antonia resulta ser un personaje muy poderoso que genera todo tanto en su época como en doscientos años después.

G.M: ¿Considera que escribir desde una sensibilidad femenina implica una forma distinta de mirar el mundo o de narrar la realidad?

Z.V: Aunque no me he puesto a pensar en esto, me sirvió mucho ponerme en el lugar de las mujeres que en su época no tenían la misma oportunidad de hablar que tengo en la actualidad, por eso ellas idean estrategias para contravenir las normas sin sufrir consecuencias. Por medio de ese ejercicio busqué darle coherencia y verosimilitud a su actuar incluso cuando Antonia comete sus crímenes.

P.V: Desde su mirada como autora, ¿qué tipo de mundo ficcional buscó crear: uno que amplíe lo real o que lo cuestione?

Z.V: No me interesa construir realismo, me interesa construir verosimilitud, que los impulsos de los personajes estén de acuerdo con sus acciones, con sus perspectivas del mundo. Por ejemplo, en “Acuarelas” el remordimiento es la motivación para las acciones. Me aburre el ultra realismo de algunas novelas, prefiero la verosimilitud.

G.M: ¿Qué estrategias utiliza para que el lector acepté y habite este mundo narrativo, esta lógica interna en cada uno de sus relatos?

Z.V: Primero me lo tengo que creer yo. Si cuando lo leo me lo creo entonces me parece que puede funcionar. Donde más me cuido es en la etapa de corrección y no tanto en la de primera escritura, si me sigue funcionando, si sigue teniendo la misma espontaneidad, el mismo efecto y me lleva por donde quiero ir, queda; sino pase a ser cortado.

P.V: ¿Considera que sus personajes funcionan como agentes de exploración de ese mundo ficcional o como una crítica a la realidad concreta de Arequipa?

Z.V: Me fascina la terminología teórica que están usando porque yo no estudié teoría literaria. Por eso optaré por un ejemplo para contestar. En “Capac Cocha” me enfrenté al problema de relatar los distintos tiempos en los que ocurren las acciones, la única forma de leer a alguien del siglo XVII en el XIX era mediante la técnica epistolar, la cual estaba al servicio del propósito: Que Antonia Bermejo hable por sí misma, pues no tolera ser citada por otra. En cierto momento los personajes escapan de mis manos para tomar un rumbo por sí mismos.

En “Las Saucedo” tanto Rosario como Ibáñez son personajes a los que no se puede controlar. Depende de lo que el personaje necesita, quiere y debe hacer para según eso hacerlo interactuar con el mundo. Lo que a mí me funciona es que el personaje sea fiel consigo mismo, de esa manera los personajes hacen lo que necesitan hacer según sus propósitos, su personalidad y sus objetivos. Al menos es así como los construyo yo.

G.M: Cuando inicia un proyecto literario, ¿qué suele ser el detonante de este nuevo mundo?

Z.V: Es cierto, los escritores siempre escriben desde su experiencia o vinculan su experiencia con el producto. Claro que soy buena disimulando. No soy muy explícita, sí utilizo mucha metáfora o disfrazo la experiencia para darle coherencia. En el caso de “Capac Cocha” yo trabajaba en el que es hoy el Ministerio de Cultura. Dirigía la Sinfónica pero además había un departamento de Arqueología y había un departamento de Arquitectura, que recibió la misión de hacer los estudios de los edificios que se habían dañado en el terremoto porque el Estado peruano estaba gestionando donaciones con la ESI española, con Francia, con la UNESCO.

Arequipa fue declarada patrimonio cultural y al año siguiente fue el terremoto; entonces, había que reconstruirla y el Instituto de Cultura, hoy Ministerio de Cultura, fue el encargado de levantar los expedientes técnicos, entonces tenían un archivo de todo, lo tienen todavía, todos los monumentos históricos, incluida la catedral.

Siempre he sido muy curiosa. Iba a esa oficina a dejar los programas de la sinfónica, a sacar las fotocopias de las partituras, y me metía al departamento de arquitectura y echaba mano a los expedientes. Los arquitectos eran mis amigos, “oye que tienes acá”, entonces así me enteré del proceso de reconstrucción de la catedral. Con los arqueólogos aprendí sobre los Capac Cocha, sacrificios humanos que se hacían para que los templos no se cayeran, sacrificios de adolescentes vírgenes, de púberes que se hacían en determinadas circunstancias. Entonces, obviamente hay partes de la realidad.

Hay también anécdotas. Cuando se trató de presentar Capac Cocha al concurso del Banco Central de Reserva, el mínimo era 150 hojas y yo tenía 132, me faltaban unas cuantas, y entonces, al igual que una ópera, le aumenté cartas, metí en el centro, justo en el centro de la novela, unas cartas de Antonia Bermejo, que son como arias de ópera, donde ella dice lo que siente: “te has ido de viaje, camino, palpo las paredes buscándote en el sillar pero no te encuentro”, son declaraciones amorosas muy fuertes que las puse allí porque dije me está faltando una Antonia apasionada que después haga justificable el crimen que comete, porque una mujer enamorada se llora. Me has dejado por otra … o con otra te has casado, y llora y se lamenta. Pero para matar, no es solamente un enamoramiento, tiene que haber un apasionamiento y ella tiene que estar segura que el tipo le va a corresponder, y como no le corresponde entonces va y si no eres mío no eres de nadie.

Entonces me quedó mucho mejor equilibrado, pero esa carta, ese par de cartas que pongo ahí, fue porque me faltaban páginas para mandar al concurso, y quedó bien, quedó equilibrado, ¿no?

Tampoco se trata de rellenar como si fuera un peluche que uno le mete lana, waipe. Se trata de cumplir ciertas normas sin quebrar el orden y la estabilidad de la novela. Afortunadamente me di cuenta de que si no colocaba eso mi personaje iba a aparecer un poco raro, lo ama y lo mata, ¿por qué? Dije, no, tiene que haber un monólogo, como una gran aria de ópera, que ese es su objetivo, no cuenta acción, cuenta mundos internos, donde se explique el grado de pasión que despierta. Y después es verosímil que lo mate. Cumplir ese postulado del concurso me permitió revisar la trama general de la novela, y lo agradezco. Creo que es una de las mejores cartas de Antonia Bermejo, modestia aparte.

P.V: ¿Qué autores o autoras, locales nacionales o universales, considera que dialogan con su escritura y han marcado su visión del mundo en la literatura?

Z.V: Yo diría que en mis años de formación, que se expresan en “Cápac Cocha”, García Márquez, Jane Austen, las Bronte, Ricardo Palma con la agilidad que tiene; y aunque les parezca mentira, las novelas de folletín de la escuela francesa, Rocambole, Dumás, El conde de Montecristo, las sagas de Emilio Salgari, las novelas de aventura que lee un adolescente. Después, Orhan Pamuk, Saramago me encanta, me gusta mucho Ismael Kadaré; el escritor británico Saki, uno de los creadores del cuento de humor negro, que va muy en consonancia con mi forma de ser. Edgar Allan Poe, Herman Melville, Jack London me marcó mucho, narra cinematográficamente antes de la aparición del cine.