La excepción de la regla

Richard Wright es conocido en su país natal por su autobiografía, “Chico negro”, editada en 1945 e incluida en la lista de lecturas escolares obligatorias, en la que pueden leerse declaraciones como: ”Yo era un borracho a mis seis años, antes de haber ido la colegio”. Fue uno de los primeros afroamericanos que logró reconocimiento literario contra todo pronóstico, inmerso en las peores circunstancias: discriminación, pobreza, incomprensión, violencia. ”A los doce años, sin haber cursado un año completo de escolaridad, tenía una idea de la vida que ninguna experiencia borraría nunca, una opinión de lo que era real que ninguna discusión podría modificar, un sentimiento del mundo que era mío y sólo mío, una noción del significado de  la vida que ninguna educación podría alterar, la convicción de que el significado de la vida surgía sólo cuando uno luchaba para extraer un sentido al sufrimiento sin sentido”.

Nacido en Naatchez, Mississipi, en 1909,un carbonero le enseñó a contar y su madre, a leer. Su infancia estuvo señalada por mudanzas, el abandono de su padre, la enfermedad de su madre y toda clase de carencias materiales y emocionales. De su internamiento en un orfelinato, en 1914,dice: ”Muchas mañanas yo estaba demasiado débil del hambre para arrancar la hierba”.

Su relación con sus tíos y su abuela Wilson, fanática adventista que intentó convertirlo entre 1920 y 1925 tampoco fue mejor.

Decidido a financiar sus estudios y un hogar para su madre, trabajó en una fábrica de ladrillos, en un campo de golf, en un almacén de ropa para negros, entre otras labores mal pagadas, en un clima continuo de discriminación (”Los blancos sureños preferían tener a su servicio a un negro que robaba antes que a un negro que conociera, aunque fuera vagamente, el valor de su propia humanidad”) pese a lo cual iba a clases sin libros y sin comer.

A los 15 años logró publicar su primer cuento: “El vudú del medio acre del infierno”, un relato que calificó de psicológico y ambiental sobre un malvado que codicia la casa de una viuda. De su debut literario, en una época en que los negros no tenían derecho ni siquiera un carnet de biblioteca, dijo:’ ‘Si me hubiera dado cuenta de hasta qué punto me estaba situando contra la corriente, me habrían atemorizado mis propios tanteos con la escritura”.

Wright fue un alien, por igual, entre negros y blancos, por lo que a punto de sufrir un colapso nervioso en un clima de constante segregación (”En cuanto hiciera un movimiento en falso me esperaba la pena de muerte, y yo me preguntaba si merecía la pena que hiciera movimiento alguno”)incursionó como delincuente para financiar su traslado a Chicago, donde trabajó como empleado postal (ocupación que detestaba, por cierto)además de colaborar en diversas publicaciones. En 1933 se afilió al Partido Comunista (que abandonaría tras ser agredido y acusado de trotskista por sus ¿camaradas?, prueba es su “I tried to be a communist”, su mea culpa escrito en 1944).

En 1935 publicó su novela “El pozo negro” y tres años después, “Los hijos del tío Tom”, cuentos en los que trata, entre otros, el linchamiento de su tío por fanáticos de la supremacía racial. Sus autores predilectos eran, entonces, H.L Mencken, Sinclair Lewis y Dreiser. En 1939 la Schonburg Collection of Negro Literature and Art de Nueva York lo incluyó en su lista de los 12 negros más importantes del año. Un año después publicó “Hijo nativo”, su obra más valorada.(En 1947,Wright, de 40 años, encarnó al protagonista, de 19, en la versión cinematográfica dirigida por el francés Pierre Chenal, rodada tras superar obstáculos, en Argentina y estrenada a bordo de un avión de Panam el 4 de noviembre de 1951. El State Board of Censor de Nueva York ordenó eliminar media hora de metraje por considerarlo ”demasiado político” para los estadounidenses).

En 1946 migró a París, donde se nacionalizó francés al año siguiente y cultivó la amistad de los existencialistas locales, además de involucrarse en múltiples causas sociales en Asia y Africa, aunque la nostalgia por su país se manifiesta en “El extraño”, de 1953,o “Vacaciones Salvajes”, editada al año siguiente junto al ensayo Poder negro, sobre las entonces emergentes naciones africanas.

Murió en París en 1960, por un fallo cardíaco, aunque una de sus hijas sospechó de una conspiración (su padre siempre estuvo en la lista negra de los federales por ex-filiación política) por haber sido incinerado ipso facto -se dice que con un ejemplar de “Chico negro”- sin autopsia.

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