Travesías de un preciado violoncello

Por Marcela Cornejo D.

Gracias a las travesías de un violoncello, tenemos la posibilidad de afirmar dos ideas de la historia musical arequipeña: que los maestros músicos Andrés Bolognesi [Génova c. 1775-Arequipa 1834] y Pedro Ximénes Abrill [Arequipa c. 1784 – Sucre 1856] se profesaron mutuo afecto y amistad y que el maestro arequipeño mantuvo constante contacto con Arequipa después de su partida.

Pinilla [1981 : 499], basado en Robert Stevenson, refiere que Ximénes Abrill firmó algunas obras bajo la sigla  J.M.T., caso de  “Ángeles Virtudes Cielos Agua Luna Estrellas Sol para violines, oboes, trompas, órgano, 4 voces y bajo y Coro para la Loa con violines, oboes, trompas, y bajo”,  que dedica “…a  su afectísimo don Andrés Bolognesi, maestro de la catedral, año [1]816”.  Del contraste de Sas [1970-72 I : 46-60],  Barbacci [1947-49 : 429-430] y Portal [1950 : 105-107],  podemos constatar que Andrés Bolognesi tuvo constante relación con Arequipa desde su llegada al Perú, por ser el lugar de nacimiento de su esposa, Juana Cervantes,  que vivió en Lima entre c.1807 y 1823 y en Arequipa entre 1823 y 1834, año de su fallecimiento.  Por el año 1830 hizo un viaje importante a Lima para atender una demanda judicial que entabló al cabildo catedralicio por pagos pendientes.

En 1814 se casa con Juana Cervantes Pacheco teniendo ya un hijo en común[1].   La dama provenía de una familia arequipeña acomodada y en ese ambiente se desenvolvió Bolognesi, tanto en sus estancias temporales como desde su establecimiento definitivo en la ciudad en 1823.  Ximénes Abrill está muy activo en Arequipa hasta 1830 o 31.  Todo cuadra: los dos son músicos, los dos son profesores, los dos están vinculados a lo religioso (las iglesias) y a la vida de los salones, los dos tienen temperamentos intensos.  Bolognesi, que amaba la música   pero que no destacó como compositor, debió deslumbrase con Ximénes Abrill.

Ambos maestros estuvieron por la misma fecha en Lima (Bolognesi en 1830, Ximénes Abril ídem. o poco después), por lo que es posible imaginar al maestro italiano presentando al maestro arequipeño ante sus conocidos en la capital.  Tenía sentido que el arequipeño  tentara la capilla catedralicia limeña o en todo caso, algún otro horizonte expectaticio para el desarrollo de su arte,  antes  de aceptar la reiterada oferta que se le ofrecía desde las más altas autoridades políticas de Bolivia.[2]

El maestro estuvo en Lima el tiempo suficiente para constatar sus posibilidades. Andrés Bolognesi debió acompañarlo en algunas de sus gestiones, como buen intercesor y conocedor del medio, y sobretodo, buen amigo.   A falta de oportunidades en Lima[3] Ximénes Abrill parte hacia Sucre o más probablemente, regresa a Arequipa para ordenar sus pertenencias y sus asuntos  laborales y familiares antes de enrumbar a su destino.

Desde que Ximénes Abrill llega a Sucre hay un claro punto de inflexión en la capilla catedralicia, reflejado  entre otros aspectos, en el emolumento que requirió ni bien llegado (1000 pesos anuales, varias veces más de lo que ganaban los músicos a su cargo),  en el desplazamiento a calidad de emérito del hasta entonces maestro de capilla  Julián Vargas y Caro (algo inusual en un cargo vitalicio), en la carga de empleos que desempeñó para suplir la carencia no sólo de creación musical para el culto sino de instrucción de nuevos talentos,  en las facilidades dadas a sus hijos para que estudien, etc.    Este tratamiento especial revela un gesto geo-político de su protector.  Con Ximénes Abril debía empezar una nueva era para la principal capilla catedralicia de la recién creada nación, ya no como emblema del poder monárquico sino, de la nueva República:

La intención de tal nombramiento por parte del Mariscal fue sin duda política, dado que el compositor era reconocido en Arequipa y que la joven República de Bolivia necesitaba todo el brillo necesario para afirmarse frente a sus vecinos... [Brüneau 2009].

Brüneau,  informa que a poco de llegar a la ciudad platense, el maestro tuvo dificultades de adaptación, y no llegó a estar del todo satisfecho, al menos en los primeros y en los últimos años[4].  En principio, se le habían asignado varias tareas que le dificultaban hacer lo que más deseaba: componer.  Frente a sus prolongadas ausencias de la capilla sucrense (desde 1835), plantea la hipótesis de que serían para buscar mejores oportunidades laborales en otras ciudades.

Estimo que estas prolongadas ausencias revelan el espíritu inquieto y forjador del maestro arequipeño, y que se debían a diversas diligencias, entre las que podían estar eventuales viajes a Arequipa, donde siguió siendo profesor asociado del Colegio Independencia al menos hasta 1841 y donde a fin de cuentas tenía familiares y amistades (como la familia Bolognesi).  Otra posible causa de ausencia, ya en los años 1844 o 45, sería un viaje a París, donde publicó sus minuets.  Buscar mejores horizontes en otras ciudades bolivianas aparte de Sucre, donde estaba la Catedral más prestigiosa del país, parece menos probable.

En el Calendario y guía de forasteros de Lima de los años 1833 y 1841 vemos que  Ximénes Abrill sigue registrado como profesor asociado del Colegio Independencia:

 

Calendario y guía de forasteros de Lima para el año 1833 [Carrasco 1832 :  54]

 

Calendario y guía de forasteros de la República Peruana para el año 1841 [Carrasco 1840 :  172]

Después de ejercer como Maestro de Capilla de la Catedral de Lima, Bolognesi se instaló en Arequipa, lugar de nacimiento de su esposa, Juana Cervantes, desde 1823 hasta 1834, cuando fallece.  Tiempo después de su muerte su viuda vende su preciado violoncello (regalo del Príncipe de Portugal por sus servicios en la Capilla de la Catedral de Lisboa) a su dilecto amigo.  Este hecho refuerza la idea de los viajes de visita de Ximénes Abril a su ciudad natal:

Como dato curioso he de consignar el siguiente: Cuando vino al Perú don Andrés, padre del inmortal defensor del Morro, era Maestro de Capilla de la catedral de Lisboa, y además, profesor de violoncello del entonces Príncipe de Portugal.  Con tal motivo, y disfrutando del singular aprecio del príncipe, quiso este darle prueba testimonial de ello regalándole el magnífico violoncello en que aprendía, como significativo recuerdo. Durante los años que don Andrés pasó, hasta su muerte, en nuestro país, hizo constante uso de aquel instrumento, que desde luego, quedó en poder de su viuda.  Pero, andando el tiempo fue vendido a un notable músico boliviano, don Pedro Tirado, maestro de capilla en Chuquisaca./  Todos conocemos en Lima al señor don Pedro López de Aliaga como un aficionado de muy altos puntos a la música -un maestro- y que en violoncello no es fácil superarlo.  Enterado pues, este caballero, por los informes de la familia Bolognesi, de la suerte que había corrido el riquísimo instrumento, propúsose rescatarlo y emprendió luego viaje a Bolivia en 1890, con el carácter de adjunto a nuestra legación. No fueron pocos los pasos que dio y el dinero que gastó este devoto de la buena música para salir victorioso.   Tirado había fallecido muchos años antes, y en cuanto al violoncello, las noticias eran vagas, cuando no absurdas.  Pero, su inteligente y esforzada labor fue  al fin coronada por el éxito, y el violoncello vino a dar a las manos que merecían. El instrumento está pues, en poder del señor López Aliaga y es de un mérito extraordinario.    Conserva las armas de su primitivo dueño el Príncipe de Portugal, y en la parte baja, llamada técnicamente “cola de pato”, se halla una placa de bronce con el nombre de Andrés Boloñese, equivocación que se puede atribuir a la pronunciación portuguesa, si es que allá fue colocada.  En el fondo se lee: hecho por José Contreras Madrid.  Contreras gozó en el siglo XVIII de gran fama como el mejor constructor de instrumentos de cuerda, en España. Y no cabe duda que lo era, pues, este violoncello produce los más armoniosos sonidos, que a las veces podía confundírseles con los de un excelente órgano [Portal 1950 : pp. 105-107 – énfasis agregado].

La memoria del admirado maestro se difumina a medida que pasan las décadas después de su muerte, tanto en Bolivia como en el Perú, pues ya a fines del siglo XIX los descendientes de Andrés Bolognesi, informantes de Pedro López de Aliaga, ya no tenían clara la calidad de los vínculos afectivos que lo unieron a su antepasado, ni su verdadera nacionalidad.

Es tarea pendiente comprobar la existencia actual de este violonchelo: ¿la familia López de Aliaga sigue en Lima? ¿aún lo preserva?  Si no es así, ¿qué travesía siguió teniendo?

 

Bibliografía

Barbacci, Rodolfo

1949   Apuntes para un Diccionario Biográfico Musical Peruano.  Fénix. Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Nº 6, pp. 414-510.

Brüneau Calderón, Gaëlle

2009   Mantener el culto a pesar de la tormenta: los músicos de la Catedral de La Plata (1700-1845).  Revista Ciencia y Cultura.  La Paz :  Universidad Católica Boliviana, N° 22-23

Carrasco, Eduardo

1832   Calendario y guía de forasteros de Lima para el año 1833. Lima : Imprenta de J.M. Masías, 112 p.

1840   Calendario y guía de forasteros de la República Peruana para el año 1841.  Lima : Impr. de Instrucción Primaria, 262 p.

Pinilla, Enrique

1981   Informe sobre la música en el Perú.  En: Historia del Perú.  Procesos e instituciones.  Lima : Juan Mejía Baca, T. IX pp. 363-677

Portal, Isamel

1950   Bolognesi y sus hijos: familia de héroes.  Lima : Colegio Militar Leoncio Prado, 115 p.

Rossells, Beatriz

2007    Canciones y bailecitos.  Estrategias de la identidad y la distinción en la música boliviana del siglo XIX.  Anales de la reunión anual de etnología.  La Paz : Museo Nacional de Estenografía y Folklore, N° 21, pp. 409-413.

Sas, Andrés

1970-72    La música en la catedral de Lima durante el virreinato. Lima : UNMSM ; Casa de la Cultura, tomo 1 [3 T.]

 

 

 

Notas

[1] Barbacci confluye con Portal en que se conocieron en 1812

[2] Rossells [2007 : 411] precisa que ya el presidente Sucre había ofrecido a Ximénez Abril dicha capilla catedralicia en 1823 con un generoso estipendio de seis mil pesos y que ello recién se pudo concretar con las gestiones de Santa Cruz diez años después.

[3] Los primeros años de la República fueron tiempos de lento declive de las capillas catedralicias, los puestos debieron ser arduamente disputados.  Aparte de ello, cabe pensar en la percepción que tuvo el público culto limeño de Ximénes Abrill: Un músico provinciano, serrano, apegado a parámetros compositivos tradicionales (en parte, cercano a los aires de la tierra, como el yaraví), cuando comenzaba a imponerse la ópera italiana como signo de modernidad y buen gusto. Esto no se contrapone a que nuestro músico conociera las técnicas compositivas de los grandes maestros europeos de la época y que desarrollara obras que tal vez el público capitalino no pudo llegar a conocer en plenitud o no supo aquilatar.

[4] Desde que su protector Santa Cruz es derrocado y parte al exilio (1839), comienza un lento declive en la carrera de Ximénes Abrill en Sucre.  En sus últimos años afrontó la mengua de sus cargos y sus ingresos.  Podemos notar por ejemplo, que su paga no tuvo variación desde su llegada a Sucre, es decir, quedó “congelada” desde su asignación por Santa Cruz: …se le redujo el trabajo en los colegios, quedando sólo como Maestro de Capilla de la Catedral.  A su muerte solamente recibía 1,000 pesos anuales, escasos para la numerosa familia de Ximénez.  Conmovido por la situación, un cronista de ‘La Nueva Era’ [Sucre, 15 jun. 1856] pedía al gobierno de Córdova interceder con su ayuda a tan digna familia [Rossells 2007 : 413].