Agitación en “Los sapos”

Un cuento del escritor arequipeño Alberto Hidalgo.

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“Los sapos ensombrecidos en su behetría de la acequia, miran correr el agua con ojos melancólicos, con ojos envidiosos de su libertad porque el agua corre libre, sin volver a pasar por la tierra que ya humedeció.

Ellos saben que el agua es siempre distinta, que las gotas del momento no son las del instante pasado. Y lloran”.

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“Y llovía, llovía.

Oclla Tencco, bajo el árbol, veía caer la lluvia con ojos impacientes, devorado su cerebro por presentimientos luctuosos saltándole dentro del pecho su corazón de madre.

Muchas leguas más allá un hijo suyo se debatía agonizante…”

 

 

Estos dos fragmentos forman parte de un magnífico cuento de Alberto Hidalgo, “Los sapos”, publicado en 1927 como parte de una compilación de cuentos titulada: “Los sapos y otras personas”.

El cuento, a grandes rasgos, posee dos líneas narrativas paralelas (una de los sapos y otra de Oclla Tencco) que finalmente convergen en un estrepitoso (por no decir dramático) encuentro. Dicho enfrentamiento no es gratuito, si no, considero que existe una fuerza móvil “cuasi-atómica”, una propiedad común que nos puede explicar la concurrencia de estos dos “elementos” tan disímiles, hacia un solo barro original.

Para ello, es pertinente mencionar que el francés Jacques Fontanille, en su análisis fenomenológico del discurso refiere que el sujeto, en su relación con el mundo, experimenta el valor de la primera separación (por la cual el sujeto mismo es engendrado); y que, como consecuencia, existiría una tensión hacia lo Uno, hacia un estado de retorno “fusional”. Esa tendencia hacia el Retorno se manifestaría como una emoción estética interpretada como un “volver a sentir” que surge en determinados encuentros entre el sujeto y su mundo sensible. Llamaremos a dicha emoción estética “estesis”.

La estesis es, entonces, una propiedad sensible, una emoción estética del “volver a sentir” común al sujeto y al mundo, y es un principio de todo encuentro empático en la vida.

Ahora bien, en el cuento encontramos una propiedad común a los sapos y a Oclla Tencco: la agitación.

La agitación se infiltra como una cualidad inherente a los personajes principales y determinante de sus actos. La debemos entender no como una propiedad física o una forma de comprender el mundo (en el sentido de causa-efecto), sino como un estado de “ebullición” constante, caracterizado por su incremento progresivo y por tender hacia la explosión.

Los sapos, ya de por sí, en el cuento son poseedores de una gran sensibilidad. Sin embargo, por una experiencia estética (el vuelo de un aeroplano) esta se intensifica hasta el punto que llegan a un estado de hiperestesia. Estamos hablando de una agitación en su sensibilidad, que lleva a los sapos a “…embriagarse de infinito. Para ser fuertes, para ser libres, para ser del tamaño de los árboles…”, tensión que, en incesante incremento, resulta un elemento clave que permitirá el enfrentamiento entre los sapos y Oclla Tencco.

Por otro lado, la agitación también es una propiedad del ser humano, en relación a sus afectos. La agitación invade las pasiones de Oclla Tencco al enterarse que su hijo está a punto de morir:

“Igual que el cielo, su corazón tronaba. Por su cerebro cruzaban rayos. Sus ojos no lloraban lágrimas, sino las llovían. En su alma había ruidos hecatómbicos y vientos ciclópeos”.

La agitación se amplía a otras figuras para describir ciertos fenómenos naturales: “…los árboles se convirtieron en las velas fúnebres…Oclla Tencco dio en creer que no llovía, que el cielo lloraba, lloraba…”. La agitación en constante crescendo invade el cuento. Los elementos naturales como agua y tierra (por la tormenta) forman un fango que cubre a los sapos, y que cumple un papel ilusorio para que Oclla Tencco termine aunándose a todos ellos en un fango original.

Es el punto cumbre en el que todo se fusiona en un mismo barro, y raíz del fracaso de todos los deseos. En la concepción de la estesis, ello representa la realización de esa espera al Retorno fusional, a ese “volver a ser”.

Podemos concluir fácilmente que la agitación se presenta como “algo” que satura el cuento, que llena el espacio interoceptivo de Occlla Toncco y de los sapos; y que se expande al espacio exterior en un movimiento centrípeto. Es una propiedad común al sujeto y al mundo, y en suma, es principio del encuentro empático que permite la interacción del sujeto con el mundo.

 

 

 

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