Por Pamela Cáceres, socióloga
¿Qué clase de espíritu habría imaginado que una par de tijeras sonarían a música? La primera vez que los indios las empuñaron fue para recordar a un tal Juan Chocne. Este hombre fue apresado por las autoridades virreinales por liderar el Taki Onkoy (sigloXVI), “la enfermedad del baile”. Arruinados por los occidentales los indios volvieron sus esperanzas a las huacas prehispánicas: los apus, el Wuamaní, el Illapa; tal vez estos dioses serían capaces de devolver el bien perdido.
La creencia religiosa se convirtió en una amenaza política, el movimiento de las huacas ganaba adeptos, los españoles temieron que los indios fueran a rebelarse y apresaron a Juan Chocne y sus seguidores, los llevaron hasta el Cusco y en la plaza recibieron azotes, algunos dicen que Juan fue la primera víctima de la Inquisición peruana. A todos se les obligó a pedir perdón públicamente. Juan Chocne arguyó en su defensa que llevaba dentro de sí al espíritu de un dios, quizá un cóndor, un gran Wuamaní como el del Rasu – Ñiti arguediano.
La enfermedad del baile no cesó, desde entonces en la sierra central algún indio sentíase poseído por una huaca y presentaba temblores y convulsiones que lo llevaban a movimientos casi imposibles. El tiempo, siempre amigo de los mestizajes, añadió las filudas hojas y el violín y la enfermedad del baile se convirtió en la Danza de Tijeras. Tanto le impresionaron los danzak a José María Arguedas que escribió un cuento en el que Rasu – Ñiti, un danzante avisado por su Wuamaní de que la muerte lo espera, baila por última vez delante de su familia y sus compañeros. “Son hojas de acero sueltas. Las engarza el dansak’ por los ojos, en sus dedos y las hace chocar. Cada bailarín puede producir en sus manos con ese instrumento una música leve, como de agua pequeña, hasta fuego: depende del ritmo, de la orquesta y del “espíritu” que protege al dansak”.
Los danzak han perdurado más de cuatro siglos de vida y muerte. En los últimos años todos conocen su baile. La Sarita los llevó de gira, recibieron aplausos en discotecas, en estadios, en ferias de libros. Frecuencia Latina con esperanzas de conquistar a provincianos y habitantes de conos les hizo una serie. Salieron en las noticias pidiendo un modesto local al Presidente. Por último su danza fue declarada por UNESCO patrimonio cultural de la humanidad y la mayoría de medios habló de los beneficios turísticos que conllevará el reconocimiento.
De la enfermedad del baile, del movimiento político religioso, de las huacas y de los azotes de Juan Chocne se habla nada. Como señala Flores Galindo pareciera que a la cultura andina se le ha quitado el significado, “el espíritu”, dirían los danzak con mayor precisión, “reduciéndola a meros objetos aislados e inmunizados tras las vitrinas”.