RELECTURA DE “INKA TRAIL”

Por Willard Díaz

Si se puede afirmar que “Inka Trail” es una novela de la madurez conceptual de Oswaldo Chanove es tanto por la estructura perfecta de su amena historia, cuanto por esa metafísica posmoderna que se perfila en los títulos y epígrafes, en estas citas y préstamos con los que el autor nos sugiere su concepción del mundo.

Propongo recorrer dos epígrafes y un símbolo, de los muchos que ofrece esa obra. El primer epígrafe es una cita del filósofo existencialista alemán Martin Heidegger quien abre el telón de la historia:

El ser es la más estricta de las prisiones”.

Gran parte de la acción de la novela de Oswaldo Chanove acontece en la mezcla de discoteque, peña y bar típica del Cusco y que en Inca Trail se llama Enterprise, en clara alusión a la nave del capitán Kirk y Mr. Spock. Figúrense la imagen del Enterprise televisivo viajando hacia la última frontera. Los símiles son fáciles de advertir: la nave con su espacio claustrofóbico es una especie de prisión; la última frontera es sin duda, en Viaje a las estrellas, una alusión a una frontera interior, la confusa meta de una búsqueda de identidad. Pero “Inka Trail” pretende invertir esa fuga, propone que la búsqueda moderna ya no es una búsqueda de identidad sino una de trascendencia, la búsqueda de Otro, diría Lacan. Manuel, su protagonista, es llamado por el Deseo y como bien sabemos, el Deseo es infinito, es ilimitado e inalcanzable: de allí la sentencia: el ser no podría librarse jamás de sí mismo, pues es su condición de existir la subjetividad.

Es el drama irresoluble de Manuel y, se puede añadir, de algunos más.

La otra cita es la que encabeza la segunda parte de la novela que lleva por título el estribillo salsero ¿Qué tal si salimos todos a bailar? Parece la parte final de un párrafo periodístico y dice:

un impresionante torbellino de guitarras eléctricas, percusión reiterativa, teclados y fanfarrones ganchos pop

Nos da tal vez la clave del método compositivo de esta novela y parte de su filosofía. El sonido de las frases de “Inka Trail” es parecido al que harían un impresionante torbellino de guitarras eléctricas, una percusión reiterativa y algunos teclados. Si el lector presta oído a esos sonidos reconocerá sin duda música de varios ídolos del rock contemporáneo, esa música estruendosa, abrumadora, reiterativa y enérgica que sacude el aire cálido de las salas de baile, y que sacude también desde las páginas de esta novela nuestra sensibilidad. El sonido de las oraciones cortas, de los párrafos breves, del estilo indicativo, de las repeticiones aparentemente sin sentido de los títulos, intenta reproducir la armonía rockera, algo que está también en los versos de Chanove y que le da a la novela un tono de poema extenso coherente con sus libros anteriores.

Los fanfarrones ganchos pop son sin duda alguna esos fanfarrones ganchos que pega Oswaldo Chanove al lector. No se trata aquí de una novela que pretende seriedad, objetividad, denuncia ni escándalo. Hay una gran dosis de humor en Inka Trail, de falta de respeto, de intencionada vaguedad y confusión. Si se tiene cuidado, uno encontrará numerosas contradicciones, dudas, ambigüedades y juegos de lógica en estas páginas. Así habla el narrador de uno de sus personajes:

“Ella se llamaba Evelyn. Podría haberse llamado Donna.

O Katja.

Katja era una giganta”

No importa, lector. No lo tomes tan a pecho: es solo ficción, es solo discurso, es solo literatura, ni más ni menos. El autor no pretende derribarte con un poderoso knock-out, como Cortázar, eso sería imposible. El narrador de Inka Trail es un fanfarrón más, que da golpes al aire, convencido de la inutilidad esencial de toda verdad definitiva.

La novela está así poblada de divagaciones, de confusión, de zonas borrosas en las que lucen algunos destellos que nos tocan eso sí directamente. Inka Trail se parece en esto bastante al discurso del psicoanálisis. Permítanme insertar a propósito en mi comentario yo también con una cita, una cita cariñosa que me presto de Jacques Lacan: En el Seminario XI, de 1964, se lee:

“El psicoanálisis se distingue por ese extraordinario poder de errancia y confusión, que convierte a su literatura en algo que les aseguro se precisará muy poco retroceso para que se la haga entrar toda ella, bajo la rúbrica de lo que se llama los locos literarios”.

Finalmente el símbolo. Tiene que ver con dientes.

Varios de los personajes muestran sus dientes en situaciones clave. Cuando Arturo, el dueño del Enterprise le encarga a su cantinero, Manuel, vigilar el negocio en su ausencia el narrador dice que Arturo “Peló los dientes, angostos, dientes incisivos”. Otro personaje, el Atómico, que visita el Cusco y se encuentra allí con Manuel lo saluda “mostrando con desconcertante amabilidad los dientes incisivos”. Una de las atractivas chicas que bailan cada noche en el Enterprise, la China, “parecía tener dientes afilados”. Otro habitúe de la discoteca, un inglés investigador social conversa con Manuel junto a la barra, y el narrador observa que “Sus dientes eran delgados, largos y amarillos”. De otro turista, Stephen, la primera noche que llega al Enterprise se dice que “Exhibió los restos de una dentadura que en sus buenos tiempos sin duda fue útil para lanzar dentelladas”.

Páginas más adelante, se lee que Gerardo, el buen amigo de Manuel, “mostró su dentadura perfecta”, y en los momentos finales, en la escena climática “Gerardo mostró los dientes con demente alegría”. Por último de una prostituta joven se dice “Sus dientes eran pequeños y filosos”.

Los dientes son generalmente considerados un signo de animalidad, armas de ataque y expresión de actividad. Su perdida es en términos psicoanalíticos un temor a la castración o a la derrota. El Diccionario de Cirlot dice que “Hay interpretaciones que recargan el significado en la parte sexual de la energía. Más importante es la idea gnóstica sobre los dientes, que le debemos a Leisegang, según la cual constituyen las almenas, el muro y defensa del hombre interior, en el aspecto energético material”.

La alusión a esta materialidad, a esta animalidad y a la sexualidad de los personajes tiene relación directa con el tema general de la novela.

Es tiempo de rescatar para los lectores del nuevo siglo “Inka Trail”, una de las mejores novelas del siglo XX arequipeño.