Dos fundaciones de Arequipa

Fundación Mìtica y Fundación Histórica

FUNDACIÓN MÍTICA

Hay dos leyendas referidas al origen de la población y del nombre de Arequipa. Según la primera, uno de los reyes Incas, pasando por este valle con numerosos ejércitos pidieron sus capitanes en nombre de muchos indios, que aficionados al país deseaban fundar aquí una población, que les diese licencia para fundar y quedarse aquí; y su Rey les respondió Are quepay: Esta bien, quedáos; y a esta devoción se le quedó el nombre al pueblo, que hoy llamamos Arequipa (Antonio de Calancha, Crónica moralizadora).

Según la segunda, fue el Inca Mayta Capac quien, después de haber sujetado a su imperio la provincia de los Collaguas, hizo alto en el valle de Arequipa, y considerando la fertilidad del sitio, la templanza del aire, acordó pasar muchos indios de los que había conquistado, para poblar este valle. Y dándoles a entender la comodidad del sitio, el provecho que se les seguiría de poblar y gozar esta tierra, sacó más de tres mil casas y con ellos fundó cuatro o cinco pueblos, dejando en ellos Gobernadores. Esta es la versión del Inca Garcilaso. Respecto al significado del nombre de Arequipa, el cronista aventura el de “trompeta sonora” (Comentarios Reales I,III,IX). En la duda, Ventura Trabada y Córdoba, autor de El suelo de Arequipa convertido en cielo, resuelve: si allá la lira de Apolo edificó los muros de Troya, aquí la condescendencia del monarca pudo haber hecho las veces de trompa para dar principio a la fundación de Arequipa.
Juntando ambas historias, Flora Tristán elabora su propia versión de la fundación mítica de Arequipa. Según ésta, el Inca Mayta Capac, soberano de la Ciudad del Sol, fue destronado y tuvo que huir por las cimas heladas de la cordillera acompañado por algunos de los suyos, hasta que al cuarto día, rendido de fatiga, muriendo de hambre y de sed, se detuvo al pie del Volcán. De repente, cediendo a una inspiración divina, Mayta plantó su dardo y exclamó: ¡Arequipa!, palabra que significa: Aquí me quedo… y en torno de su dardo, sobre los flancos de un volcán rodeado de desiertos por todos lados, los hombres agruparon sus habitaciones.
Así, la escritora recrea el mito de fundación incaica, convirtiendo la barra de oro de Manco Capac en el dardo que el héroe fundador planta esta vez en tierra arequipeña, y dando al término Arequipa el significado más contundente de “Aquí me quedo”, que enuncia cierta predilección divina por este suelo.
Para los historiadores, sin embargo, Arequipa es más antigua de todo eso, porque cuando los Incas arribaron a estas tierras ya estaban construidas las primeras andenerías y los campos reverdecían bajo su eterno cielo azul. Entonces Arequipa albergaba numerosas colonias provenientes del valle del Colca, del Altiplano y del sur del Cusco, que convivían pacíficamente. En el medio de este “oasis multiétnico” se hallaban los habitantes autóctonos de Arequipa, los Yarabayas, que tenían su poblado principal en la ribera alta de San Lázaro. Cuenta una leyenda que antes del Inca Yupanqui hubo una terrible explosión volcánica, que acabó con todos los habitantes del valle. Solamente sobrevivió un grupo de nativos yarabayas, que junto con sus mujeres e hijos habían ido al Cusco para cumplir con la mita que estaban obligados, y que al volver levantaron nuevamente sus viviendas, tambos, acequias y sementeras (Martín de Murúa. “Historia del Origen y Genealogía Real de los Reyes Incas del Perú”). 
En cuanto al fundador mítico de Arequipa, si no fue Mayta Capac, como sostienen todos los historiadores, el honor en todo caso correspondió a uno de sus descendientes del Ayllu Real del IV Inca, al que se le encomendó la conquista del Contisuyo, en el curso de la cual arribó al valle de Arequipa, posiblemente a mediados del siglo XV, estableciéndose en el poblado yarabaya de San Lázaro. Esto en razón de que eran tal vez los únicos habitantes asentados permanentemente en el valle, ya que los demás eran emigrantes y estaban atados no sólo económica y políticamente a sus comunidades madres, situadas a veces en lugares muy lejanos, sino también emotivamente, ya que allá se encontraban sus dioses Apus y sus antepasados. En este sentido podría decirse que el valle de Arequipa estaba entonces deshabitado, ya que era tan poca la gente que tenía su corazón verdaderamente afincado en el lugar. Es el héroe fundador, entonces, quien le da vida comprometiendo para siempre el afecto de sus habitantes.

FUNDACION HISTORICA

1534
Por esta fecha llegan al valle del Arequipa probablemente los primeros españoles, enviados por  el Gobernador Francisco Pizarro, para hacer un recuento de las tierras y de la  población, antes de proceder a su reparto entre los  conquistadores.

1537
Al regreso de Chile, el Adelantado Diego de Almagro se detiene en Arequipa, para dar un descanso a su ejército exhausto, antes de marchar en auxilio de su socio Pizarro, amenazado por la rebelión de Manco Inca.

1539
Abril. Recorriendo sus dominios, un destacamento de soldados pizarristas llega al   valle de Arequipa, se establece en el poblado de los yarabayas y, en una muestra de  fervor militar, dedica a San Lázaro una ermita, en recuerdo del triunfo que éste les  deparara un año antes en la batalla contra el ejército de Almagro.
Setiembre. El Gobernador Francisco Pizarro llega a  Arequipa, en busca de un lugar apropiado para fundar una ciudad, que facilite una salida al mar a las ciudades mediterráneas del Cusco, La Paz y La Plata. Imprevistamente, sin embargo, tiene que partir al Cusco para  recibir unas ofrendas tentativas de paz de Manco Inca, no sin  antes nombrar una comisión encargada de  seguir buscando un lugar para fundar la  nueva ciudad,  la cual  recorre los valles de Vítor, Siguas y Camaná.
Noviembre. El Adelantado Pedro de Valdivia llega a Arequipa con el objeto de  ultimar los preparativos para la conquista de Chile.
En el mismo mes, se funda la nueva ciudad en el valle de Camaná, en razón de su amplitud, fertilidad y fácil salida al mar.

1540
Enero. Se produce el Reparto General de Encomiendas, y  las tierras de cultivo del valle de Arequipa, así  como la totalidad de sus habitantes, quedan adscritos  a media docena de encomenderos y a una Orden  religiosa.
Al poco tiempo de haberse fundado la nueva ciudad, llamada Villa Hermosa de Camaná, varios de sus  vecinos se dirigen al Gobernador Francisco Pizarro manifestándole su preocupación  por  la muerte de muchos aborígenes, así como de algunos españoles, como consecuencia de enfermedades  desconocidas, por lo que piden el traslado de dicho poblado al valle de Arequipa.
Junio. El Gobernador expide un  Mandamiento en la Ciudad de los  Reyes, ordenando realizar una consulta entre los vecinos más notables, sobre el traslado de Villa Hermosa al valle  de Arequipa.
Julio. Los vecinos al ser consultados declaran que el valle de Arequipa es  más sano que el de Camaná, acto seguido un pregón ordena que todos los vecinos de Camaná deberán trasladarse al valle de Arequipa.
Agosto. El  día 15, el Muy Magnífico Señor Teniente Gobernador, don Garcí Manuel  de Carbajal, cumpliendo el Mandamiento del Gobernador Francisco Pizarro, procede con toda solemnidad a la nueva fundación de  Villa Hermosa. Después de  celebrarse una misa de Te Deum, seguido de un séquito de hidalgos, conquistadores y frailes, llevando consigo una cruz y  una picota, y poniendo por  testigos a cuantos le  rodeaban, dijo que “Fundaba y Fundó la Villa Hermosa”  en el valle de Arequipa, en el día de la Asunción de la Virgen María. En el lugar  designado para Plaza  Mayor, planta la picota, símbolo de la Justicia; y en  el lugar señalado para la iglesia, coloca la cruz, símbolo de la redención. Reconoce los  derechos y  obligaciones que como a Villa le corresponden, y  blandiendo su espada  amenaza a quienes pretendan  ultrajarla o contrariar sus  propósitos, despliega  luego los pendones de Castilla en señal de dominio y señorío, y la bautiza  cristianamente con el nombre de Villa Hermosa.

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