Por Maribel Salas Choque
Suena la guitarra y a suave pulso inicia la canción:
“Vengan todos a ver, ¡Ay, vamos a ver!”
Es inevitable sentir el allá voy, el corazón y el alma se estremecen, la canción prosigue y uno hasta Huanta llega, melancólico, bajando el cerro entre el amarillo de aquella flor y la sangre de aquel crepúsculo.
Las opiniones contrapuestas sobre “La Flor de retama” han creado recelo sobre quienes se atreven acaso a cantarla y quienes la ven haciendo alusión a un terruqueo y se presta a apreciar este horror convertido en arte. Pero cabe preguntar ¿por qué la canción se ha ligado al senderismo? Milagros Leiva en tono mordaz se dirige a la cantante Martina Portocarrero: “Todos sabemos quiénes cantan Flor de Retama, ¿Qué piensas cuando los senderistas cantan Flor de Retama?” Jaime de Altahus afirma “Flor de Retama es un himno de Sendero Luminoso”. ¿Cuán veraz es esa atribución?
El 21 de junio de 1969 el Presidente Juan Velasco Alvarado firmó el Decreto Supremo 006-69 del Ministerio de Educación; en él se obligaba el pago de 100 soles mensuales a los estudiantes de secundaria que desaprobaran un curso, infringiendo aquel derecho que permite una educación gratuita. Considerando que la desigualdad social y la inequidad de oportunidades ha sido siempre una lúgubre realidad en el Perú campesino, ¿cómo el padre de un joven en situación precaria de salud, educación y techo puede alcanzar tal cifra ganando tres soles diarios? El Perú desde sus cuatro puntos cardinales alzó la voz, pero Huanta, Ayacucho, zona de extrema pobreza, fue tomada por la fuerza de élite de la Guardia Civil: los Sinchis. 30 muertes sangrientas, más de cien almas desaparecidas bastaron para que se derogara aquella ley solo cinco días después. Ahí «Flor de retama” fue compuesta entre el dulce fuego del amor y la furiosa tormenta del dolor y la indignación”, dice su autor, Ricardo Dolorier Urbano.
Si bien la educación gratuita volvió a ser un derecho, es también necesario conocer la relación que perversamente tuvo “Flor de retama” con Sendero Luminoso. Esta melodía fue grabada por vez primera en 1970 por el Trío Huanta. Hacia 1983 Martina Portocarrero graba tres canciones de letras muy politizadas: “El hombre”, “Flor de Retama” y “Yerba Silvestre”; la versión más conocida, cuya difusión y propaganda fue mayor coincide con la ocupación clandestina de Ayacucho y los conflictos armados datados en la CVR, además que “Yerba Silvestre” musicaliza el poema “Hierba Silvestre” escrito por Edith Lagos, militante fiera y desafiante de Sendero Luminoso.
Hay coincidencias que aumentan la idea de que esta canción es un himno senderista. El caso de “La matanza de Barrios Altos”, donde los integrantes del Grupo Colina que atacan a una de las dos polladas bailables, eligieron aquella fiesta en la que sonaba “La Flor de Retama” y que dejó el saldo 15 caídos negligentemente. Otra fue el asesinato de Inocente Cabanillas Rosales, juez de Paz de Huancapón, cuya esposa relató que antes del crimen los subversivos obligaron a la población a cantar “Flor de Retama”; declaraciones todas accesibles en la documentación de CVR.
No obstante Jonathan Ritter, PhD de la Universidad de California y escritor de una tesis doctoral sobre música y violencia política en Perú, asevera: “Es difícil afirmar que la interpretación de una canción constituya “prueba” de simpatías senderistas”.
En suma, fue la Rebelión de Huanta la que quedó inmortalizada en la canción “La Flor de retama”, que tradujo el dolor a gritos de un reclamo justo: el derecho a la educación. Las acusaciones que suponen en ella una apología del senderismo, desconectan la circunstancia específica de su creación y la intención de su autor, que solo trataba de generar la unión, la identidad nacional, y un estado de bienestar y desarrollo.