Los descubrimientos del azar

Entrevista a Raúl Chuquimia, por: Ana Carolina Zegarra

Raúl Chuquimia estudió en la Escuela Nacional de Artes Carlos Baca Flor (1999 – 2003), donde obtuvo la Medalla de oro de su promoción Carlos Prieto Díaz (2003). Ha realizados exposiciones individuales: “Un individuo cualquiera” (2006) “Los signos que generan realidad” (2009) “Tiempos de Silencio” (2014) y “Renacimiento” (2016). Participó en numerosas exposiciones colectivas y varias internacionales, entre ellas “Festival de Canes” galeria E(star) (2008), Museum of Americas en Miami (2011) y 11 artistas arequipeños Galeria de arte de la Houston Baptist University, Texas (2012). Su trabajo forma parte de la colección permanente de Arte contemporáneo del Museo de Arte de la Univesidad Nacional Mayor de San Marcos. En la actualidad administra La Hatre Chica Proyectos Culturales, y la tienda-taller Pucara Bulls. Es director de la Galería virtual Celda. Lo entrevistamos.

 

¿Fue la presentación que hiciste en la FIL, con el libro “Nosotros los humanos” tu primer trabajo importante?

Este libro lo presenté a un concurso llamado Pasaporte para un artista, y consta de tres libros, fue un libro impreso. Eran libros de artista como edición única. Se sacó más o menos veinte copias. Quería unir el trabajo que hice en computadora, fotografía, Photoshop y fotomontajes. El primer libro que saqué fue de puro dibujo, el segundo libro fue de puro collage y este fue como una construcción con diferentes técnicas.

También hicimos una publicación en serigrafía que se llamaba “V”, dentro de una presentación de la editorial Equilibrio, libros hechos a mano.

¿Fue lo que realmente habías querido en un principio, al hacer una publicación?

Pues sí, en la presentación sí me sentí muy bien. Estuvieron Augusto Carrasco y Nereida Apaza, ambos tenían una mirada distinta de lo que había hecho. Y el público también lo decepcionó muy bien.  Sólo me quedan dos libros porque los demás fueron vendidos.

A partir de eso ya no volví al fotomontaje. Publiqué y ahí paré con eso.

¿Y en qué has estado después de esa publicación de hace siete años?

Empecé con el Pucara Bulls y a crear una plataforma para los artistas, una suerte de gestión cultural para que los artistas jóvenes puedan vender sus trabajos, y seguir haciendo lo que les guste. Ayudan también a solventar el espacio, cosas básicas como el alquiler los servicios, agua y luz.

Esto paralelamente a mi trabajo que he ido desarrollando en el video.

¿Cómo surge la idea de los videos?

Cuando estudiaba en la Baca Flor y terminábamos clases, por ejemplo al mediodía, nos quedaba tiempo suficiente para trabajar en el taller; nos daban la llave de la clase y la escuela se cerraba ocho de la noche. Entonces yo me quedaba trabajar hasta las 6 aproximadamente y de ahí empalmada con el cine Club de la UNSA. Eso ha influido muchísimo en mi trabajo, ir al cine Club y comprar películas pirata.

Me llegó a influenciar muchísimo en el lenguaje, sobre todo en el campo de lo audiovisual. Me ha ayudado a componer bastante mí, y a descomponerme también. A raíz de mi cariño por el cine he querido desarrollar eso.

¿Crees que es una exploración íntima o consideras que se empalma con tu concepto de comunidad?

Es algo complicado aportar algo al lenguaje audiovisual. Ha tenido que pasar suficiente tiempo para que yo me animase a hacer algo; y cuando lo he hecho, he sentido que por ahí podía irme, que sería lo correcto.

Creo que lo más básico que podría decirte de los vídeos es que me interesa que no comuniquen algo específico. Qué más bien haya una incomunicación entre el espectador y el trabajo que se puede observar. Yo lucho por eso, para que las personas razonen tanto que no haya un entendimiento concreto, si no que haya una exploración de las imágenes, del sonido y de lo irracional, que es algo que me parece que pocos explorado.

Es como una suerte de pieza que me acompaña en el tiempo, en este ciclo. El cine es un lenguaje muy complejo. Esa es la parte que más me gusta.

¿Todo esto tiene alguna inquietud política?

Asociando un poco con lo literario, te puedo comentar lo de los cementerios, por ejemplo. Eso lo hice por dos cosas. El padre de Nereida había fallecido, y yo sentía que necesitaba un poco procesar esta ausencia y se me ocurrió esta intervención al año.

Hice que ella me acompañará como para que sienta que la esencia de su padre aún permanecía Porque la muerte nos llega a todos, ¿no? Hay un momento de expresar un poco ese sentimiento y votar ese lado egoísta del dolor —que todo el mundo tiene derecho a sentir. Se puede también sentir de otra manera y me apareció que ese era el momento de democratizar este dolor con las otras personas de la intervención.

Se hizo el Día de los muertos en noviembre. Pusimos dos poemas de César Vallejo y Blanca Varela qué hablan un poco de la muerte junto a unas flores que obsequiamos envueltas en periódicos a los que iban al cementerio; y era chévere porque la finalidad de esta intervención era que vean el periódico, en un momento de recogimiento un poco más social pues depende cómo te tomes la muerte, y pum te llega un poema de Blanca Varela, uno de César Vallejo y aparte estaban dos trabajos míos; y flores también.

¿Cuántos días lo hiciste?

Dos días, el día anterior y el día de Todos los santos. Y también fue chévere porque había tumbas que estaban sin nada, sin lápidas, solo con una cruz de madera: también les pusimos flores. Fuimos a los cementerios de Socabaya, de Hunter y los cementerios del Parque de la Esperanza. Le dejamos flores a Alberto Hidalgo. Eso fue en 2010.

¿Cómo vio Nereida su participación contigo?

Para preparar esa intervención fui al Mercado de Flores del Avelino para hacer estos ramos de flores envueltos en periódico, luego llené su casa de flores. Fuimos en la madrugada y la casa estaba llena de flores. Salieron muy bien, Nereida lo tomó con tranquilidad y con muchísima paz. Fue un alivio también para ella. La vi tranquila.

Hablemos un poco de la obra “Intermedio”.

“Intermedio” reúne trabajos de decollage, que es una técnica opuesta al collage: despegas y sacas. Ha tenido que pasar harto tiempo para que yo pueda animarme a hacer eso.

Eso es lo que me gusta de los procesos que he podido vivir; siendo un artista visual el collage me dio una especie de tope. Creo que yo llego a ciertos topes y a partir de eso quiero hacer otras cosas.

“Intermedio” es una exploración en el arte decollage, es chévere porque es bastante espontáneo. Por ejemplo, pongo una fotografía, la pego con una pistola de calor. Espero que el pegamento se seque, entonces en ese momento puedo despegar.

Le encuentro fuertes componentes femeninos o de dualidad. ¿Cómo fue esta selección?

Yo escogía fotografías de revistas, por ejemplo de algún viaje que hice. Así las que podemos revisar son aquellas que obtuve de una revista de los setenta de un viaje a Lima, aproveché y le saqué fotos. Me gusta mucho esa textura de las revistas antiguas. Me siento muy cómodo con la técnica ya que puedes hallar ese lado irracional del ser humano. Este lado abarca lo que no hemos pensado. “Intermedio” reúne todas esas cosas y partes.

Hay por ejemplo de una serie de fotografías de Helmut Newton, podemos revisar mi gusto por la fotografía, por los actores fotográficos. Por ejemplo los hermanos Vargas y el proyecto TAFOS que es fotografía social. Y también los libros de medicina. Por ahí también saqué de la revista Caretas donde se documenta la memoria del conflicto armado.

Hay una foto que tomé de una virgen en Santa Catalina, ya que un tiempo trabajé inventariando los bienes muebles de las iglesias. Tengo un archivo de ese trabajo. Ahí me di cuenta que se pueden hacer tantas intervenciones con esas piezas, sobre todo en la iglesia de La Merced. Tienen bastante como para un museo de la época virreinal. El Museo del Santa Teresa también es elogiable. Aunque parezca el museo de la inquisición. Las iglesias de Arequipa tienen bastantes bienes para hacerse museos.

Lo estoy comparando un poco al Museo de la inquisición porque detrás de ese fondo hay mucha sangre, mucho dolor. Puedes ver una custodia llena de diamantes y de oro, pero ¿quién o quiénes han hecho eso?, ¿de dónde han sacado los diamantes y las piedras preciosas? Hay un dolor inmiscuido ahí.

La obra que presentas, donde se puede ver el rasgado de la imagen de esta virgen, me parece indómita y presente a la vez.

Es genial manejar la casualidad y ser espontáneo. Por ejemplo, las líneas blancas que encuentras ahí son gracias el cúter. Y eso juega a favor. La imagen primera y la segunda las he puesto sin pensar que iba a tener ese resultado.

Eso es lo genial para mí; porque no sé lo que va a pasar, no sé cuál va a ser el resultado.

Háblanos de la fotografía en las Artes Plásticas que preparaste en marzo de este año en la Alianza Francesa

Probablemente cuando acabe la pandemia se va a retomar esta exposición. los cuadros siguen todavía colgados en la Alianza. Ahí, por ejemplo, podemos encontrar también mi gusto por la fotografía porque en toda esta serie de fotos se ve la expansión del descubrimiento. Es tomar elementos como los que hay en la oficina o en casa: la cuchilla, el cúter el lápiz el borrador lapicero de tinta líquida plumones. He querido trabajar con eso, con lo sencillo, para animar también a las personas a crear lo mismo y que la técnica no sea un límite. Las fotografías han sido abordadas desde lo digital o por collage como la materia prima. Las saqué de los archivos de Miguel Cordero: a mí me parece bastante valiosa su opinión.

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