Los caminos de la vida

Entrevista a Vany Orlando, por Ysabel Zoraya Neyra Pinto.

Soy egresada de la Escuela de Artes plásticas de la UNSA, actualmente maestrando de la misma escuela. Pensando con quien hablar de arte contemporáneo, buscaba en mi memoria cuántos colegas o conocidos artistas tengo que sean contemporáneos o que simplemente continúen haciendo arte y caí en cuenta que muchos como yo, al salir de la escuela nos hemos topado con una realidad innegable: “la necesidad del auto sostenimiento”, realidad que de golpe nos ha llevado por caminos diversos, no sé si por falta de pasión o cosas a las que se les denominan destino.

En ese recorrido mental recordé a Vany Orlando, amigo admirado en tiempos de escuela por su habilidad artística, buen compañero y, para mí, una promesa representativa del arte arequipeño; así que, después de quince años sin tener una buena charla que no sea limitada a un “hola, cómo estás, cuídate, saludos y bendiciones”, decidí contactarlo y saber cómo le tocó a él este despertar al salir de la escuela y saber también si como artista, quizá se encuentra actualmente explorando el “yo contemporáneo”. Conseguí su número telefónico por medio del FACEBOOK. Al llamarlo, luego de un muy jocoso saludo, esta fue nuestra charla:

 

Ysabel: Vany, cuéntame, ¿sigues inmerso en el mundo del arte o lo has dejado?

Vany: Sí, justo tuve una reunión con amistades para tratar temas de arte. Al perecer la pandemia no ha mellado el interés de la gente y, sorprendentemente, los pedidos han aumentado.

¿Estás trabajando en un taller o con marchantes?

V: Tenía un taller en el centro, estaba trabajando con una persona conocedora del mercado del arte, pero decidí dejarlo antes de la pandemia y ahora trabajo en casa.

Cuando egresaste de la Escuela de artes, ¿cuál era tu idea, qué pretensiones tenías laboral y artísticamente?

V: Bueno, salí de la escuela con la idea de pintar y pintar, creaba mis personajes, trabajaba surrealismo, mis obras en luego se acercaban al realismo fantástico, pero poco a poco y con la necesidad de ser productivo económicamente, me di cuenta primero, que las cosas que hacía no eran comerciales y segundo, que no sabía pintar, me faltaban muchas cosas por aprender técnicamente y me lo dijeron.

Y: ¿Te dijeron que no sabías pintar?, ¿quién?

V: Sí y obviamente me afectó, pues ya había participado en alguna exposición y mientras estuve en la escuela, siempre los comentarios fueron en el sentido de que lo que hacía, estaba bien y que pintaba bonito, pero cuando llegó esta necesidad de mostrar mi trabajo para venderlo, presenté mis telas a un galerista boliviano que al observar mi trabajo, lo que hizo fue mostrarme obras de algunos de mis maestros como Córdova, indicándome que ese era el tipo de arte que compraba y que yo debía hacer algo similar. Me indicó que me faltaba técnicamente y sugirió que debía estudiar en Corriente Alterna, en Lima, y mejorar.

Definitivamente aquello para mí fue un despertar, caí en cuenta que me faltaba mejorar, aprender, practicar, entonces tuve la necesidad de ver otros trabajos.

Este también fue el motivo por el que trabajé ad honorem en talleres de artistas que ya contaban con mercado, donde debía hacer solo lo que ellos pedían. El trabajo era simplemente mecánico, trabajas machas o ciertas etapas de la pintura, “has esto, no hagas aquello”, pero se suponía que era un intercambio de beneficios: trabajo por aprendizaje…

Y: ¿Y aprendiste lo que querías, encontraste lo que buscabas?

V: ¡Uhm! La verdad no, no aprendí lo que yo quería, pero sí otras cosas, como el egoísmo, la deshonestidad y con ellos la tolerancia. Aprendí que ya no quería trabajar en esas condiciones. Fue quizá algo frustrante, pues la exigencia era tenaz, siempre había algo que borrar y volver a empezar, “algo que estaba mal”.

Mi autoestima de artista cayó, pensaba que no era bueno y me fue difícil romper el yugo, pero cuando lo hice, me di cuenta que no era cierto lo que yo pensaba y que el maestro no sería “alguien más” sino el campo. Salir y hacer mi trabajo al aire libre, fue la respuesta.

Debo rescatar que en esos talleres vi una inmensa gama de colores, jamás antes había tenido tal cantidad de pigmentos y al salir de allí, fue lo primero que hice, hacerme de muchísimos pigmentos.

Y: No ha sido fácil mantenerse a flote en el arte, ¿no? Y lo digo por experiencia pues yo tomé un camino diferente por necesidad y otras razones…

V: Te diré que definitivamente no ha sido fácil, he tenido buenos amigos de la escuela Baca Flor con los que pude contar, pues siempre me avisaban para algún trabajo que, aunque no era de la pintura, tenía relación con el arte. Así que trabajé haciendo esculturas con tecnopor para carros alegóricos y a veces las pintaba, me pagaban por horas, bueno, tuve que sobrevivir.

He trabajado en muchas cosas que no tienen nada que ver con la pintura, hice de albañil y de minero por necesidad económica y aunque algunos de esos trabajos llenaron muy bien una cuenta y me dieron estabilidad, aun así, siempre supe que la pintura es lo mío, no me deslinde de mi pintura, es más, a alguno de esos trabajos llevaba mi material y aprovechaba los ratos libres para pintar.

Siempre me di tiempo en las mañanas o noches para hacer lo mío, practicar acuarela o dibujo, todo con el fin de mejorar mis personajes.

Y: ¡Qué admirable!, como siempre amigo. Pero dime, actualmente, ¿cómo va tu arte, tu obra personal?

V: Cuántos años han pasado desde que egresé de la escuela y recién ahora puedo hablar de hacer algo mío, pues cuando por fin te conoces, te puedes desnudar.

He crecido y quiero seguir haciéndolo, he avanzado, te diré que paralelamente pinto trabajos comerciales que me dan estabilidad económica para pintar lo que quiero. “Mi arte personal, mi Vany interno”, son historias que yo quiero contar y mis personajes son personas y animales. Tenía planeado exponer este año, pero será para el siguiente.

V: Sigues con el realismo fantástico ¿cierto?, ¿crees que tu obra se parece a lo que hace Ronald Companoca?

Ronald ha sido una referencia para muchos. Pero no, mi obra no tiene nada que ver con el trabajo Ronald, es diferente.

Y: Y qué me dices del arte contemporáneo, ¿has tenido la oportunidad de explorar expresarte por medio de instalaciones u otras corrientes contemporáneas?, ¿has visto en el medio a otros artistas que lo hagan?

V: No, definitivamente mi necesidad expresiva va por la academia, los maestros clásicos, inclusive estoy trabajando ahora veladuras, indagando, investigando.

Lo que sí he visto es que hay algunos artistas que son mis contemporáneos y que sí están explorando con las nuevas tecnologías, copiando lo de afuera, que quizá sea más comercial, no sé.

Y: Vany, en tu trabajo artístico ¿dónde queda el concepto?, ¿consideras que tu trabajo tiene significado o está netamente basado en lo estético?

V: Sé que se debe conceptualizar nuestro arte, pero escúchame, quizá esto suene demasiado romántico, sin embargo, a veces cuando pinto mis trabajos llego al punto de llorar y yo mismo me pregunto qué pasa, que carga interna llevo que llego a este punto de emocionarme con lo que hago o las ideas que tengo. Por ende, considero que definitivamente hay un concepto…, pero vaya que estoy hablando mucho y tu solo preguntas, parece una entrevista.

Ambos: (risas)

Y: ¡Cierto!, parece, ¿verdad?… En realidad, lo es mi amigo, y me sorprende todo el proceso por el que has tenido que pasar, para llegar a hoy, definitivamente te ha costado mucho. Sinceramente no me lo hubiera imaginado, era para mí más fácil creer que estabas haciendo otro tipo de cosas, pues definitivamente en nuestro país, arte y estabilidad económica no son algo que vayan de la mano.

V: Sí y tú también debes haberlo vivido, yo desde tiempos de la escuela tuve que sacrificar muchas cosas como negarme a estar con una persona que me gustaba mucho por pensar que sería una pérdida de tiempo, una distracción.

Y es de esas cosas que también quiero pintar, así como de la época en la que enseñé arte a niños, fue enriquecedor.

Respecto a lo contemporáneo, no es malo copiar o experimentar, pero me quedo con lo académico.

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